De los 8 a los 12 años, más o menos, cada vez que nos invitaban a casa de una amiga jugábamos a lo que llamábamos “las tinieblas”. Era sencillo, se apagaban las luces de una habitación, se dejaba totalmente a oscuras, y la que se la ligaba tenía que entrar e intentar a atrapar a alguien de quienes se habían escondido en sus rincones, tras las cortinas, debajo de los muebles, y adivinar quien era. Si lo adivinaba la otra se la ligaba. El juego era una tontería, salvo por el miedo que se pasaba. En la oscuridad la imaginación crece.Pocos niños conozco, incluso adultos, que no teman algo a la oscuridad más completa. No sólo es que no ves y te puedes dar con los muebles, es además ese silencio que supone la falta de luz, aunque en este caso se oían las risitas y así descubríamos por dónde había que tirar para pillar a quien fuera.
El juego éste siempre lo jugué con niñas, asumo que con niños y mayores hubiera sido otro tema. Nos encantaba el juego con su inocencia, por sus nervios. Ahora pienso que nuestra vida tenía tanta luz, estaba todo tan claro cuando tienes 8, 9 años, que era un modo de enfrentarnos de modo voluntario a unas tinieblas artificiales que nosotras provocábamos. Unas tinieblas que duraban poco y de las que se salía con solo darle a la luz o atrapar a quien pudieras.
Con el paso de los años te das cuenta de que el juego se repite, lo quieras o no lo quieras. Una habitación totalmente a oscuras, tú que entras, se oyen risas, tienes un poco de miedo o mucho, no ves absolutamente nada. De repente, consigues coger por el brazo a alguien, lo palpas, deberías saber quién es por sus rasgos, a veces puedes, pero a veces no aciertas. O crees que lo sabías, pero te equivocaste y tienes que volver a intentarlo de nuevo. Y sigues en la oscuridad, en las tinieblas, por un buen tiempo, jugando, pasándotelo bien incluso, aunque con un cierto miedo, es posible que algo cansada del juego.
Aurora el juego que tu llamas la tiniebla, en mi tierra se le llama el escondite. Pero da igual como se le llame , si tiniebla o escondite, el caso es que tu relato, como los anteriores, están llenos de imágenes evocadoras, hermosas, y que ellas provocan en mi un estado de felicidad, no perdido, sino hallado en un rincón de mi memoria.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo he jugado a tinieblas, incluso una vez en casa de unos compañeros cuando estaba en la facultad. Era ciertamente emocionante, y soltaba la imaginación, como dices. Tú lo has convertido en una metáfora de la vida.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre nos ha gustado la oscuridad para los juegos, de chicos y de grandes. Ese "nosequé" que tienen las tinieblas, cuando sabes que aunque no los veas, estas con tu gente. Tu lo explicas mejor.
ResponderEliminarSaludos Aurora.
Las primeras experiencias de situaciones que causan cierto temor: la obscuridad, la soledad, son de gran interés para ir asumiendo los riesgos que la vida comporta, y que en forma de juego van preparando para otros temores mas reales que vendran con la edad adulta.
ResponderEliminarTu entrada incentiva reflexiones muy interesantes, gracias por propiciarlas.
Un beso
La inocencia infantil es maravillosa. Las tinieblas interiores me dan más miedo que la oscuridad real.
ResponderEliminarBesos.
Qué gran párrafo final. Y qué buena frase esa de ese silencio que supone la falta de luz...eso da para una entrada.
ResponderEliminarBesos, Aurorita mía.
Ramón, gracias por leer y estar así.--. a distancia aunque sea... el escondite es divertido, pero como es a plena luz por estos lares, pierde algo... te ves enseguida y solo se trata de pillarte (a campo abierto, es más dífícil por ese lado ;-)
ResponderEliminarJM, ¡en la facultad! ¡ Vaya juerga! Un abrazo fuerte.
Naranjito, estar entre tinieblas sabiendo lo que hay da menos susto y preocupación. Un abrazo.
Montse, no era consciente, pero así será, lo de que cada vez una se la liga... tiene su gracia. Te toca... y te toca.
Alegre Opinador, suscribo lo que dices, a veces están las 2...
Besos a ti, Juanma, tú debes de jugar mucho con tu hijo, te pega ;-) Un abrazo.
muy agradecido, Aurora, a tus palabras y a tu comentario en Mi Siglo.
ResponderEliminarJJP