martes, 10 de agosto de 2010
El primer día de colegio (ni leer, ni escribir tampoco, y, encima, anginas de primero)
"Pero ... ¿estás segura de que tu madre vendrá a buscarte?"
La profesora me insistía. Era el primer día de colegio. Ella, mi madre, me había llevado por la mañana. Yo respondía que también vendría a recogerme. Pero estaba equivocada. Y así estuve esperando horas en el patio. Tenía que haber cogido la ruta. Mi madre, creo recordar que embarazada, me esperaba en la parada de autobús de al lado de casa, con mi hermano Juan de tres años agarrado de la mano. Al final, al ver que no llegaba, cogió el coche y se vino a buscarme, el colegio quedaba lejos.
El día había sido horroroso para mí. Y aquella tarde esperando, con la duda que de pequeño y hasta de adulto a veces te entra, ¿habré sido abandonada para siempre? Llegó mi madre por fin y me subió al 600 blanco. Rompí a llorar amargamente por la tensión, por el miedo y el desencanto, la terrible desilusión de aquel primer día de escuela.
“Que sepas que no me ha gustado nada el colegio. No he aprendido a leer ni a escribir, ni tampoco sumas y restas como tú me habías contado que iba a aprender. Y, además, me han dado de comer de primero anginas… que están muy malas…”
“¿Anginas?..." Dudó un momento "Mmmh... ¿No serán berenjenas? “ Mi madre entendió lo que quería decir.
Luego me explicó que aprender a leer, a escribir y los números no era cuestión de un día, que se tardaba un poco más de tiempo y había que tener paciencia. Llegamos a casa. Nos bañó. Cenamos. Rezamos antes de meternos en la cama como hacíamos de pequeños siempre con ella .
El colegio luego resultó ser un buen sitio. El primer día solo tuve mala suerte. Aunque fue mi madre la que me enseñó a leer, “Mallorca Pastelería ” el primer texto que identifiqué sola, por la calle, aquellas letras rojas cursivas, inclinadas y fluorescentes.
Un antro de tentación y perdición, ante el que muchos se persignan como si vieran al anticristo. Máxime ahora, en plena operación bikini.
ResponderEliminarUn abrazo.
Sombras, no sé tú pero en mi caso no tomábamos pasteles así como así... Antes eran más buenos, o quizá es el recuerdo...
ResponderEliminarEl primer día de colegio, el primer día del Insti, el primer día en la facu, el primer día en el curro...
ResponderEliminardespues llegaron más, pero ese primer día ....
Un saludo Aurora
La primera vez que fuí Mallorca, buceé, Hoy buceando escribo por primera vez en las nubes, ¡a ver que ocurre!
ResponderEliminarme gusta bucear...
buceo, buceo, sin relojes de esos de descomprensión, sin botellas de oxígeno, sin pies de rana, sólo un tubito.
saludos boreales!
Gracias, Naranjito, siempre hay un primer día para todo, a veces con excesivas expectativas... que hay que moderar con el tiempo.
ResponderEliminarPues ocurre que te doy la bienvenida y te lo agradezco. Todo lector y visitante es una alegría. Lo del tubito da envidia, yo como no sea en pisicina no sé dónde voy a bucear. Un abrazo y mi agradecimiento.
ResponderEliminarValió la pena el primer dia de colegio, solo por "Mallorca", o no fue asi?
ResponderEliminarQué texto con tanta ternura, querida Aurora.
ResponderEliminarMi gordita comienza ya, en septiembre. Su padre irá a llevarlo y a recogerlo. Su padre estará ahí para enseñarlo a leer cuando le dé la real gana (que por ahora no las tiene). Su padre estará siempre para que él, algún día, quizá, escriba cómo fue su primer día de colegio.
Besos.
Mi gordita empieza también, en la guardería.
ResponderEliminarPero yo quería escribir que quien empieza el cole es el gordito.
JC, bienvenido seas quien seas (Vas vestido de negro ;-) no hubo pastel ese día, eso te lo aseguro... Mi madre no era de las que tapaban penas o disgustos infantiles con pasteles, había que pasarlos a pelo y con razonamientos... Luego hubo pasteles otro día, eso seguro. Pero no como un modo de consolar, no era el estilo familiar, mucho más recio...
ResponderEliminarY el día por supuesto que valió la pena, como muchos días malos lo valen, porque aunque las expectativas en todo y todos, como siempre pasa a este lado de la verja, son excesivas, ejem, al final el colegio era un sitio muy bueno.
Pili, Trini,Juli, Amelia, yo no he olvidado a mis maestras... y en cambio he olvidado a casi todos los profesores de universidad... Algo tendrá el colegio cuando se le recuerda...
Juanma, así me gusta, que les lleves y ¡recojas! Que luego te haces un lío y te queda un trauma infantil para toda la vida, ea...
ResponderEliminarMira que me gustan a mí esas entradas y salidas de colegio con los padres llevando y trayendo ;-)...
Un beso, nos escribimos, te veo premiado y laureado ;-) en breve , un abrazo muy fuerte...
Asombroso que te acuerdes del primer texto que leíste.
ResponderEliminarA mí hija le ocurre algo parecido, que la llevamos a la academía de inglés y el primer día salió enfadada porque no había aprendido y no entendía las canciones de Hanna Montana
Yo también tengo grabado de modo indeleble en la memoria mi primer día de colegio con el "baby" delante de aquella gran puerta cerrada, y recuerdo cómo dije a mi madre que no había sonado la campana, y que debíamos irnos.
ResponderEliminar¡Qué cosas!
Un abrazo, Aurora.
¡Ja! ¿premiado? las ganas mías, querida, las ganas mías...
ResponderEliminarMás besos.
Miguel, era un texto comercial, qué le vamos a hacer ¡y eso que los años 60 había menos publicidad! Y tú... ¿no aprendiste inglés con los Beatles...? Yo quiero aprender portugués por Caetano Veloso ;-) Un abrazo
ResponderEliminarJM, o sea, que tú deseando marcharte ja ja. Lo del baby era comodísimo... (para los niños y las madres: todos iguales, la ropa duraba...)
ResponderEliminarQue sí, hombre de poca fe, qué sí...
ResponderEliminarjajaja que bonitooo.... :) Yo me acuerdo que mi hermano me enseñó a leer sin alzar la voz cuando era pequeña; fui la primera en mi clase en aprender a hacerlo... mis compañeros no se lo creían y decían que me lo inventaba, que leía las cosass en casa y luego disimulaba que las leía en clase sin mover los labios...
ResponderEliminarun beso,
irene
rebosante de ternura!
ResponderEliminarsaludos!