Fui el sábado a la exposición de Rodchenko, el fotógrafo de la revolución rusa , en la Fundación Canal, al lado de Plaza de Castilla en Madrid. Me impresionó su modernidad, esas fotos de arriba abajo y de abajo arriba, en diagonal también, las nadadoras tan atléticas, los niños en esos grupos sin padre ni madre al lado, los objetos y las máquinas, los paisajes urbanos tan desolados. De lo mejor que recuerdo, la foto de su madre leyendo a los 50 años, edad a la que aprendió a hacerlo. Pero lo que más me gustó casi fue una chica que no superaba los 27 años que estaba haciendo una visita guiada para familias con niños menores de doce años. Estuve a punto de pedirle que me dejara participar en el taller, me daban envidia los chavales haciendo un fotomontaje al final y aprendiendo tanto. "¿Puedo yo también?" Me paró mi amigo, no me dejo sumarme.
Salimos y comentamos la gran variedad de todo que hay hoy, de lo bueno, muchísimo, de lo malo, también. Para niños hay en la actualidad 300 cosas con las que hace 30 o 40 años no contábamos. No digo que todas sean buenas o interesantes, pero creo que los niños hoy, como también los adultos, tenemos a nuestro alcance muchas posibilidades de aprender, de disfrutar, de acceder a cosas que antes, para nuestros padres y abuelos, eran mucho más complicadas o a las que podían llegar muchas menos personas, me parece.
El problema es que hay tanto bueno como malo y no sólo malo, perverso. De todo hay mucho hoy, de malo y de bueno.
Al final tenemos unos instrumentos técnicos de gran calidad, por ejemplo, la televisión, ¿para ver al final a Belén Esteban, Maria Teresa Campos o un horror de telenovela? El mismo instrumento, la misma herramienta, te hace conocer cocina mexicana, una gozada, o un documental interesantísimo sobre los cátaros. En internet igual: puedes entrar en el British Museum y ver cada objeto con su historia o bajarte pornografía o el horóscopo de la semana. No será por falta de posibilidades.
Cuando dicen que la cultura es cara creo que no es cierto. Hay más bibliotecas que nunca, por lo menos en Madrid acceder a ellas no es complicado, pongo por caso. Pero hay también exposiciones estupendas, museos al alcance de cualquiera, días del espectador, descuentos. Honradamente no creo que sea siempre cuestión de precio. Los teatros en Madrid están lleno de viudas y mujeres de asociaciones vecinales que los llenan muchos días. Gracias a esas mujeres el teatro se mantiene en esta ciudad. Otra cosa es que se tenga tiempo más que dinero, todo necesita su tiempo... y no perderlo con otras cosas. A veces ni siquiera tienes tiempo libre entre unas cosas y otras.
En naturaleza igual, el otro día me comentaron unos amigos lo que hicieron el día de las aves, el 4 de octubre, con sus hijos: una ruta identificando pájaros y pasándoselo fenomenal. Hace un año fuimos a montar en burro en la sierra de Madrid y nos sentimos como pioneros en Alaska, niños y adultos.
No sé, el tema es poder y saber elegir, hacerlo bien dentro de la gran oferta actual.. También es posible que sea conocer lo que hay, que hay mucho de bueno. Y el fundamental: no perder el tiempo con lo que no vale la pena, que es también mucho, demasiado a veces y muy voceado.
Los primeros lunes de mes quedo con un profesor que me corrige los textos que le he ido mandando. Me ha aconsejado que para escribir mejor lea de dos modos, uno, buscando las costuras de la buena literatura, la puntada, el hilo, el corte, el frunce o el dobladillo del buen artesano (¿cómo hace este autor esto?, ¿cómo se consigue la intriga, el misterio?, ¿por qué esta trama funciona o este personaje?); otro, disfrutando. Le había comentado que si buscaba la puntada no disfrutaba nada. Le hice caso y le conté que algunos autores contemporáneos que me gustaban me han dejado de gustar o no me gustan ya tanto. Veo que son a menudo elementales, previsibles, dos por dos. Me contestó muy serio (él es serio, pero no grave): "Claro, por eso no puedes perder el tiempo, tienes que leer más y sólo de lo bueno, de igual modo que no ves una telenovela en la tele, no te puedes poner a leer determinados libros solo por curiosidad".
En ello estamos, a ver si no pierdo el tiempo con novelas infumables ni caigo en ellas. Lo malo es que para dormir leo a Rosamunda Pilcher, no sé si contárselo. Necesito a veces entretener la mirada, la cabeza o el corazón, luego sigo con lo serio, vida y literatura, pero de vez en cuando necesito un descanso, cierta dispersión o relajo.
Tenemos de todo, pero tienes un profesor muy bueno, consejos de oro, y de eso hay poco.
ResponderEliminarUn abrazo
Y poco de nada, Aurora.
ResponderEliminar¡A ver si hablamos el viernes!
Gracias por todo.
Qué interesantes tus reflexiones sobre esta excesiva oferta de todo lo bueno, malo y pésimo, y esta permanencia de la niña que fuiste, curiosa, interesada en todo, en una época un tanto austera en cuanto a oportunidades de aprender los mas variados temas. No me extraña que envidiaras un poco a estos niños privilegiados que intentaban hacer fotomontajes.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de no perder el tiempo con lecturas fútiles, o viendo espectáculos-basura, debo confesar que cada vez soy más selectiva en este terreno.
Esta sobreabundancia de información (desinformación a veces)de todo tipo, es muy nociva cuando no se ha educado suficientemente en los jóvenes, su espíritu crítico.
Como decía Mac Luhan, "el medio es el mensaje". La televisión , el cine, los espectáculos son solo medios, que suelen ser portadores de lo mejor y lo peor, hay que saber escoger con inteligencia, tino, prudencia y espíritu crítico, pero sobretodo con la experiencia que nos van ofreciendo los años que vamos sumando y nuestras vivencias de todo tipo, más algun consejo de amigos que nos conocen bien.
Un cordial saludo.
Mucho, mucho. Y para quien es disperso, pues imagina.
ResponderEliminarYo creo que nos hemos vuelto muy cómodos, y lo que es más fácil no es siempre lo mejor, qué va. Para elegir entre lo mucho bueno, hay que moverse un poco.
Sin embargo, a veces es cuestión de ir a lo más simple. Si disfrutas haciéndolo, al final también ves las puntadas y los hilos y todo. Claro, desde mi pequeña experiencia lo digo.
Poder y saber elegir, debe ser eso.
A esa dispersión de que hablas, (dispersión ???? Por qué dispersión? :)) tan absolutamente necesaria, los americanos llaman "brain candy":))
ResponderEliminarLa cantidad no es siempre enemiga de la calidad, Aurora.
ResponderEliminarUn abrazo del sur.
Yo no tengo ningún reparo en dejar un libro si no me ha enganchado en la página número 15. Sin embargo, a veces, he seguido leyendo sólo por una intuición: saber que me iba a encontrar una frase, sólo una, que justificara la lectura. A mí, con eso, me es más que suficiente.
ResponderEliminarY, aprovechando, te recomiendo "La noche de los tiempos", de D. Antonio Muñoz Molina...ahí sí que tienes para ponerte a buscar el corte, el frunce, el dobladillo y todas esas cosas raras que buscas, querida.
Un fuerte abrazo, un beso.
Capitán, si consejos buenos me dan, otra cosa es que se haga luego lo quiera. Venga, un abrazo.
ResponderEliminarHablaremos y nos reiremos, eso seguro, poco o más bien mucho, espero, un abrazo, felicidade atrasadas, qué sueño me entra ya... 5 am, no tengo remedio.
En Madrid hay demasiado de todo y si fuera a todo lo que me interesa no daría un palo al agua, Montse. Es lo malo, interesan muchas cosas... Un abrazo, guapa.
Lolo, sí, los dispersos, curiosos y voraces lo tenemos fatal. Lo sé, pero es lo que hay, allá y acá, lo sé. Un abrazo.
Brain candy or brain meat, red meat, Mafalda. Depende. Sapere audere o no te atrevas, no sé, va por épocas, más descentrada y todavía más descentrada ;-), un abrazo.
Gracias, Julio, lo tomo en cuenta, menos mal, un abrazo madrileño de vuelta.