domingo, 20 de septiembre de 2009
De sueños y monstruos
"El sueño de la razón produce monstruos", me ronda el título del grabado de Goya desde hace unos días.
Sueños y monstruos, monstruos y sueños.
No se van, no desaparecen, quedan, siempre quedan o incluso vienen nuevos.
El sueño de la razón, la ausencia de la razón cuando no se puede pensar bien porque es de noche y estamos cansados, también cuando hay una vuelta a la tuerca, produce monstruos, bien lo sabemos. Me lo explica mi hermano en relación a la Ilustración cuando le llamo para preguntarle qué quiere decir Goya y la frase más allá de lo que yo en una primera lectura entiendo. Me lo cuenta tan bien que creo que lo comprendo mejor. Creo también ver cómo otros sueños producen otros monstruos diferentes y muy feos.
El sueño del corazón, como escribí ayer, su falta de nervio real por exasperación, por uso no excesivo sino equivocado de algo que ya no es corazón sino pura sensación epidérmica, engendra monstruos. ¿Cuáles? La sensiblería, lo cursi, el manejo de los sentimientos o el sentimentalismo. También a veces la manipulación vía la compasión o la pena fundamentalmente por o de uno mismo, yo, yo, yo. Es un aspecto muy de hoy, quizás de siempre: qué sutil a veces la separación entre el sentimiento y su exceso vía azucar y almibar. Cuánto tiento hay que tener al escribir al respecto para no pasarse jamás, no por lo que vayan a decir o pensar las demás, simplemente porque no es cierto. Porque donde hay mucha azucar ya no hay sabor real de corazón, de sentimiento. Hay manipulación y manejo. Y aunque escribir ficción sea siempre una mentira tiene que ser una mentira real, consciente y muy bien hecha, medida siempre, humilde y creíble aún en la ficción, yo pienso.
El sueño de la soledad, su exceso, esa soledad que necesitamos tantas veces y que buscamos para, por ejemplo, escribir, se puede volver en contra, de hecho se vuelve en tu contra. También esa soledad que te viene o en la que estás por lo que sea, como sea demasiada, como no le pongas coto con sentido común y afectos, con amigos y familia, acaba por tragarte, te devora entera. Es un monstruo feo y horrible el que engendra la soledad. Es una bruja espantosa que te hace dar vueltas y más vueltas en su escoba, buscar razones donde no las hay, quitarte la paz, darte con la cabeza en la pared, llorar desconsoladamente. Y agrandar el hueco que está ahí y con el que se puede vivir y hasta vivir con plenitud. Demasiada soledad por dentro o por fuera no es nunca buena, engendra monstruos de espanto, dragones y minotauros, también monstruos de quejas constantes y de mirarse al ombligo o a otras partes de tu cuerpo sin ver a los demás y sus cosas, que es de los peores monstruos que podemos tener, a mí por lo menos me da mucho miedo ese monstruo.
El sueño del amor, mejor dicho, su somnolencia, o más bien esa medio vigilia o imaginaria casi constante produce monstruos, claro que sí. Es el cansancio del no poder confiar a veces, es el monstruo de los celos o de la sospecha. También hay otros monstruos como crear personajes que no existen más que en nuestra imaginación o en el deseo, elucubrar en la cabeza en vez de salir al encuentro de la realidad, de lo que es cada uno, el otro o uno mismo, de la vida. Uf, qué habitual hoy esto que tan poco sentido de la realidad hay, con esa mezcla de ingenuo adolescente y tipo que ya está de vuelta y se las sabe todas.
Sueños y monstruos. Monstruos y sueños. Siempre ahí, hay que estar vigilantes pero para poder dormir cuando hay que dormir y descansar lo suficiente.
Y luego utilizar la razón, el corazón y hasta la soledad.
Y en todo el amor, siempre ahí, como la realidad.
Es la gran realidad el amor, no evita los monstruos pero los apacigua un poco por el momento.
Pues eso, que gracias a Sunsi, Teresa, Miriam, Marta, Asier, Alvaro y por supuesto a Juan. Y etcétera, etcétera, etcétera.
De nada, mujer, faltaria mas!!!
ResponderEliminarTu ya me lo agradeceras con una visitilla a la dehesa esa, no te preocupes...
A la dehesa por supuesto pero quizás con un jamoncito, una cenita, o lo que sea. Smuacccc
ResponderEliminarAnda que ..............
ResponderEliminarLo peor: cuando descubres que el "monstruo" está ahí, esperando, a que le des una oportunidad para sacae la patita.
Lo mejor: cuando lo sabes, es que ya empiezas a madurar, a conocer..., a saber....
Y así, con un poco de suerte, no asamos d einmaduros a podres, directamente.
Con Dios, hedbanna, que pases un buen día.
Uf, gracias a ti, por tu claridad.
ResponderEliminarAun cuando hablas de oscuridades y monstruos.
A lot of love;-)
Buenas noches, Máster.
ResponderEliminarQue descanses. Mañana será otro día.
Beso
Sarracena o Pepa, efectivamente, y como ya se sabe, porque lo ves venir, pues identificas la patita por debajo de la puerta como lo que es, la de un lobo, fuera, fuera, fuera, fuera.
ResponderEliminar"Romero, romero, que salga lo malo y entre lo bueno" que decía una doctora "sonrisa" (Doctora Sapofrita) en el hospital de Málaga...
Olga, gracias a ti y siempre. Un abrazo, ya queda menos. Día de mucha luz aquí en Madrid, espero que también lo tengáis en Zaragoza.
ResponderEliminarSí, señor, Lolo, ninguna oscuridad dura mucho, siempre al final de un tunel la luz y hasta a oscuras hay un calor que lo rodea todo.
ResponderEliminarUn beso, guapa
¡Tú sí que estás hecha un monstruo, Máster!...pero de tanto y tan bien escribir, pensar y sentir.
ResponderEliminarTienes mucha razón, monstruo. Y también tendrás mucho sueño, y muchos sueños.
Te deseo unos sueños felices. Unos monstruos razonables. Una fantástica realidad.