Leí este fin de semana Topicario y arpones contra el pensamiento simple de Jesús Cotta. Me he reído mucho, especialmente cuando algunos tópicos, ¡tantos!, me resultaban cercanos y propios. Quien esté libre de tópicos, o de nada, que tire la primera piedra.
Más que lo políticamente correcto o incorrecto, el pensamiento único, o ni siquiera el débil, lo que impera es el tópico. Un tópico es un ejemplo del pensamiento simple, o sea, tonto, quizás su paradigma o más digno representante. Es más cómodo pensar "a través" de los tópicos -o sea, no pensar- que hacerlo por cuenta propia, que siempre es más difícil y además puede acarrear el mohín o el disgusto de unos, de otros o de todos juntos y/o sucesivamente, por eso nos cuesta. Los tópicos son propios de las tribus, cada una tiene los suyos, también se comparten algunos. Y cualquier tribu da más calor que la soledad de la independencia.
Lo que más me ha gustado del libro de Cotta es su alegría. Podría decir sano cachondeo, que creo que le cuadra más, la verdad, pero todavía tengo prejuicios, hasta en el lenguaje. Y los prejuicios son padres de los tópicos, según me he enterado, qué le vamos a hacer.
Tengo la sensación de que identificar tópicos, como hacen Cotta y sus arponeros, dejarles y dejarnos al aire, desnuditos, es muestra de libertad, lo que proporciona al parecer una saludable alegría. No del que se ríe de los demás, sino de los endebles taburetes en los que nos podemos sentar todos, cada uno los nuestros.
Cotta muestra que las patas de los tópicos no sujetan bien y que se quiebran en cuanto se sopla un poquito, no hace falta mucho, como hizo el lobo a la casita de palitos de Los 3 cerditos. Aunque sea un lobo amable como es el caso.
Y esto es lo segundo que más me ha gustado del libro, que es casi lo más importante. Que se puede no tener compasión alguna por los tópicos y tantos lugares comunes, vengan de donde vengan, arponearlos sin remilgos, sin miedo y con la contundencia de un capitán ballenero y, precisamente por eso, tener un profundo respeto por las personas, por cada una.
Uno no es sus tópicos. Identificar y mostrar la falsedad de los segundos no es meterse con la persona. Justo lo contrario a lo que se suele entender, otro tópico muy extendido: criticar algo es criticar a alguien. Y así no hay quien hable de nada, no vaya a ser que alguien se ofenda y se lo tome personalmente, vaya por Dios.
El libro de Cotta creo que demuestra que quien identifica tópicos, se ríe de ellos y los desmonta sin aparente esfuerzo, es alguien que respeta a las personas, a los individuos, a dos de las cosas que más hombres nos hacen. Es levantando esa liebre -da hasta pena la pobre, tan agazapada a veces está- de los tópicos buenistas, de los educativos, de tantas vacas sagradas e infundadas de unos y otros, de los tópicos de la historia, de la moral y costumbres, de otros de economía y política, como podemos honrar a la inteligencia y a la capacidad de ejercitar la libertad de pensamiento. O sea, al pensamiento. A las personas en definitiva, que somos eso, inteligencia y libertad. Y más, por supuesto.
O sea, que al final la firmeza del artillero contra esas "ideas" que no son tales, sino simplezas y lugares trillados y comunes, revela más respeto real, bastante más ternura, humanidad y comprensión de fondo, más corazón en definitiva, que el guante de seda, formal y melifluo, fofo, del "todo es respetable" bajo el cual se desliza a menudo el desprecio interior por las personas cuidadosamente oculto por un barniz de corrección pública, que no privada. Paparruchas.
Inventariar algunas tonterías, clásicas o modernas, vestidas de rotundas afirmaciones, elevadísimas o pedestres pero siempre inapelables -eso son los tópicos en definitiva-, mostrar con la inocencia de un niño y el choteo de un fauno jugueton por qué no se sostienen, dejando a salvo a las personas, que pensamos y decimos estupideces o nos enrocamos en nuestros tópicos todos los santos días, es lo que con tanta gracia hace Jesús Cotta en Topicario. Espero que haya segunda parte.
Seguro que el autor es bien recibido en algunos lugares y peor en otros, o irá por épocas. Es buena señal llegar a ser, y hasta estar, un poco incómodo a veces. Y una suerte tener ese desparpajo compatible con la amabilidad siempre ex corde de Cotta, tan presente en el libro como también en su blog. No hay que perderse ninguno de los dos.
Sana envidia que me da, para finalizar con otro tópico, faltaría más.
(El libro está publicado por Editorial Almuzara, tiene 181 páginas y se puede encontrar aquí)
Tiene buena pinta este libro y el blog de su autor está genial "gracias por la información".
ResponderEliminarLos tópicos han encontrado un gran hueco en la sociedad y, aunque se le busquen las cosquillas, son ya legendarios.
Besos
Obligatorio. Te leía y pensaba ... este libro debería ser obligatorio.
ResponderEliminarAurora. Seguro que te has dado cuenta de que has dicho algo que es la base de toda relación humana. Los tópicos son el refugio de la inseguridad. La persona es lo que importa. Y los tópicos son como los eufemismos. El esfuerzo por agitar el árbol para que caigan las hojas secas. A pelo.
Te revelo algo... no nos oye nadie... Últimamente me da por buscar sinónimos de tópicos... porque necesito palabras que no estén gastadas, manidas. Oración del corazón en lugar de oración mental... Plegaria en lugar de oración. Creador en lugar de... Tú me entiendes, ¿verdad?
Romper tópicos para inventar palabras que se ajusten a tu corazón... al tuyo. Y con ellas volar libre, sin el hilo que te ata a una cantera.
Buen post. Sí, señora.
Besos.
Uf, Sunsi, ¿cómo no te voy a entender? Meridianamente, por Dios. Hablamos, estas cosas no se pueden escribir, es mejor hablarlas, creo. Te encantará el libro, mira, te lo voy a mandar, esta guarreado a lápiz como hago con todos, pero lo borras... Te vas a caer de la silla de la risa, te lo prometo...
ResponderEliminarRaquelilla, tendré coche creo para el miércoles, o propio o ajeno que me ha prestado un alma caritativa ;-). Atención, te encantará el libro, Raquel, hace pensar... y a Mario más, ya verás...
ResponderEliminarPor seguir el típico tópico: tiene buena pinta, pr lo que escribes y por lo leído en el enlace que has dejado.
ResponderEliminarLo tendré en cuenta.
Sarracena o Pepa, si yo fuera tú me ofrecería en directo a Cotta para ser arponera e identificar tópicos y arponearlos sin piedad. Lo harías de cine americano (lo siento, es un tópico, qiiere decir bueno ;-), por lo que te conozco lo digo. No sé si busca marineras, pero creo que tu pefil de picapleitos con la piel muy curtida le vendría bien, pero preguntále a él, es muy normal ;-), otro tópico...
ResponderEliminarBuena entrada, buena.
ResponderEliminarYa le dediqué unas palabras en mi otro Cuaderno de Reseñas.
Opinamos igual, de este libro, arponera.
¡Qué envidia!
Un abrazo.
Iremos a por él,gracias.
ResponderEliminarDifícil huir de los tópicos.
Javier, lo vi, y por eso me animé, la verdad, a veces necesito un empujoncito. Y ya me gustaría a mi ser arponera, por el momento soy una ballena beluga ;-), de las que sonríen en al acuario.
ResponderEliminarSuso, te vas a reir y te va a encantar, estoy segura. No nos desprenderemos de todos los tópicos pero algo de cabeza pondremos.
Encargado lo tengo.
ResponderEliminarY me lo pienso llevar, sin abrirlo, para leerlo en mi tumbona de mar...ummmmm, claro que no sé si podré arponear en esa postura.
Pero una cosa; si buscas sinónimos a los tópicos, seguirás pensando de forma simple. Las palabras no cambian los contenidos. Sólo los disimulan. El trabajo es más lento.
Precioso asunto, éste. Me lleva a mí comiendo la moral mucho tiempo.
Ejercer la libertad para pensar no está muy bien visto, y desmontar las patas de los prejuicios tampoco. Hacerlo con alegría, es como un milagro, y queriendo a la gente...necesito leerlo.
Me gusta el post, Máster. Y me gusta Cotta.
Usar tópicos es lo mismo que el uso tópico de los médicamentos: una aplicación externa, epidérmica. Por eso, basta rascar un poco para evidenciar un tópico.
ResponderEliminarUna entrada...muy abierta.
¡Ennhorabuena!
JEJEJE... ok. Pues ya me dices, yo iré en metro, así que mañana a la 9 nos vemos. ¡¡Qué guay!! Pero ya sabes que si no cuenta con nosotros, te acercamos sin problemas.
ResponderEliminarEs el segundo post que leo alabando este libro. Y la segunda vez que digo, "Éste cae, fijo". Me apetece reirme leyendo.
ResponderEliminarYa te contaré!
Sí. Lo tenía pendiente desde nuestra conversación telefónica. Yo todo lo dejo para el verano (hablando de tópicos:-) pero el verano ya está aquí.
ResponderEliminarLo comentaremos.
Haremos crítica literaria de altura;-)
Gracias por la reseña, en serio, anima mucho a leerlo.
Razón tienes, Lolo, y suerte de irte a la playa, mucha. Ya verás como te ríes, y qué bien descansarás...
ResponderEliminarFrancisco, jo, que ahora voy "analizando" tapias en cada paseo, mira tú ... ;-), gracias por volver. Y desde luego se trata de no ser superficial en el pensamiento, que se puede ser de muchas formas, creo.
Raquel, a ver cómo me las arreglo, y espero no dormirme como acostumbro últimamente, ejem, que parece que soy nórdica y me voy a dormir a las 8.
Rocío, me alegro que seamos varios, Javier Sánchez Menéndez lo saco en el suyo y me apliqué el cuento porque Cotta me mandó el libro ... y me ha gustado el texto eh?, no porque me lo mandara solo, claro. Bueno, la verdad es que estoy haciendo méritos para que nos conceda la mano de su hija Isabel para mi sobrino Javier, eso también es verdad ;-), como se va a saber antes o después es mejor ir de frente...
Olga, ¿leve el día o pesado como el tiempo? Yo quiero hacer crítica literaria fresquita, no sé si de altura, pero si en la altura hace brisa ahí que me voy ;-), un abrazo.
Hala, buena noche a todos, que mañana va a hacer un calor de morirse, a ver si respiramos esta noche.
Jejeje, muy bueno lo de tu sobrino...
ResponderEliminarQuerida Aurora, es la mejor reseña que me han hecho del libro. Te aseguro que yo no había caído en la cuenta de algo que en realidad era el propósito del libro: salvar la irreductibilidad y complejidad de las personas librándolas de los tópicos que las simplifican. Sólo ahora con tus palabras he caído en la cuenta. Y lo de fauno juguetón me ha llegado al corazón y más hondo. A tus pies. Lo siento por llegar tarde, como siempre.
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