martes, 20 de enero de 2009

Sola y en compañia de otros


Para las largas tardes del Boalo nada mejor que leer. También para las esperas en la T4 o esas horas eternas de hotel que me tocan de vez en cuando. Con un libro la soledad es más llevadera. A veces hasta acaba siendo un lío, la verdad. Empiezas leyendo sola y acabas con un montón de gente a tu alrededor.

En las lecturas, como en la vida en general, dispersión, cierto caos y curiosidad siempre: cuatro libros a la vez.

Me encontré a Adolfo Torrecilla en la librería Diálogos. Me recomendó varios libros de una pequeña y excelente editorial, Libros del Asteroide. Regalé varios.

"¿Que no conoces a Nancy Mitford? Te va a encantar, Aurora". Acertó de pleno Adolfo, siempre con su sonrisa. Estoy a mitad de "A la caza del amor", seguiré con "Amor en clima frío". Me enganché ya en el excelente prólogo de José Carlos Llop: "la felicidad es, más que un estado de gracia, una forma de ser educados". Mitfordiana frase, aunque no es de ella. Un libro saca a otro libro: leeré a Llop, poeta y escritor, ya me ha picado la curiosidad.

Nancy Mitford nació a principios de siglo pasado en una familia aristocrática británica. No fue al colegio, sólo clases de francés, montar a caballo y todo lo que era propio de chicas como ella. Vida interesante y literatura que no le anda a la zaga. Por lo visto, esta novela es parcialmente autobiográfica. Excéntrica familia inglesa y diálogos con chispa. Es como si oyeras a Cole Porter de fondo. Así que, mientras se me saltan las lágrimas de risa, acuden a mi cabeza y a mi cuarto de estar Patricia F.T, Patrapa (sofisticada y lista, como la Mitford), mi prima Luisa y varias amigas y familiares que disfrutarán tanto o más que yo con esta novela.

Menos mal que tengo espacio y cabemos sentadas todas en mi cuarto de estar.

Igual me sucede con "Ellas solas" (Virginia Nicholson, Turner Noema), un excelente ensayo sobre la generación de inglesas que quedaron solteras al morir en la gran guerra muchos de los hombres que les correspondían por edad. Educadas para el matrimonio, se encontraron con una vida que no esperaban. Supieron sacar lo mejor de ella, de ellas mismas también: tías (qué figura tan literaria la de la tía soltera), emprendedoras, trabajadoras, promotoras de nuevas actividades -círculos de lectura, de deporte, etc-, trayectorias diferentes y productivas. O sea, como las solteras de Sexo en Nueva York, igualitas. A ver si se me pega la ironía de la Mitford.

Estoy tan entusiasmada con este libro, que de nuevo me vienen a la cabeza, y a mi casa, muchas amigas, primas, sobrinas. Voy a sugerir a alguna que intente algo similar con la generación de mujeres españolas que perdieron a sus hombres en la guerra. Podría ser interesante si no lo ha escrito alguien ya.

Más gente en mi cuarto de estar, ya tengo pocas sillas.

Admiro a Manu Leguineche, me entretiene siempre. "El club de los faltos de cariño" (Seix Barral) es un conjunto de cosas cortitas, agradables, en línea con "La felicidad de la tierra" que tanto me gustó. Aparece junto a mi chimenea algún que otro amigo. Sé que el tono de Leguineche y su mirada es la misma de algunos hombres que ya no tienen prisa y agradecen todo mucho.

Así que a éstos los invito a sentarse en los sillones de orejas que tengo preparados, comodísimos además con sus escabeles para poner los pies encima.

Por curiosidad compré "Viaje sentimental a Inglaterra" de Antonio Rivero Taravillo, bloggero, traductor, escritor. La verdad es que busqué otro suyo, "Las ciudades del hombre", pero no lo encontré. Otro vez: no hay manera de leer en soledad en esta casa. Ves de tal manera esa Inglaterra que conoces bien, y esa otra que te falta por conocer (gracias a Dios), que acude a mi cabeza mi hermano Juan que vivió en Cambridge y adora Inglaterra, como yo. También cierto humor, esta vez con un barniz anglo sobre fondo español. Una gozada de lectura para antes, durante y después del viaje: siempre hay que tener un viaje en el corazón y un libro de viajes -no una guía- de acompañante al menos.

Pero no es sólo mi hermano, ahora otros amigos y familiares anglófilos se me cuelan en casa. No me importa que la gente no avise que viene, pero es que ya no tengo más sitio.

¿Y dicen que la lectura es algo solitario? Tengo que dejar de leer o comprar más sillas.

Foto: Mis sobrinos, Javier y Carmen, sentados en los sillones de Manu Leguineche de mi casa un día de sol. A veces hay otras personas leyendo de modo presencial, tan real como cuando la lectura en solitario convoca a amigos y familia.

12 comentarios:

  1. ¡Leer!. Presumo de haber enseñado a unas cuantas generaciones de criaturas a hacerlo. ¡Qué esfuerzos!...y contemplar, lo he visto, he disfrutado y me ha conmovido,viendo una clase entera de niños de diez años riéndose a carcajadas leyendo en voz alta - todos los días comenzábamos la clase leyendo por turnos 15 minutos, con Charlie y la Fábrica de chocolate.
    ¡Leer!

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  2. Para un esclavo mental del mundo de las imágenes, la fotografía y el cine tienen tal potencia, que son capaces de sugerirme historias, reales o inventadas, en un volumen y con una fuerza inusitada.
    La Literatura, en cambio, requiere una tranquilidad de espíritu y un tiempo del que carezco normalmente, pero…
    Hay veces que la magia surge y encuentro textos que sin pudor, afrontan algunas de las cuestiones más espinosas y universales del género humano, se sumergen de cara en ellas y logran afrontar el reto con elegancia y clase.
    Entonces me engancho. Droga pura.

    “Pongamos que me llamo Ismael. Hace algunos años, sin precisar más, careciendo de dinero o poco menos y no teniendo nada que hacer en tierra, me vinieron ganas de navegar un poco más y de volver a ver el mundo del agua. Es mi manera de curarme el tedio y de purgarme la sangre. Cuando noto que se me forma un pliegue amargo junto a los labios y que mi alma se convierte en un escarchado y goteante noviembre, cuando me sorprendo absorto delante del escaparate de una tienda de pompas fúnebres o siguiendo los entierros que encuentro al paso, y sobre todo cuando el tedio se apodera de mí hasta el extremo que me veo obligado a hacer esfuerzos sobrehumanos para no bajar a la calle y emprenderla con los sombreros de los transeúntes, me doy cuenta que ha llegado la hora de hacerme a la mar…Todo hombre, en algún período de su vida, ha tenido la misma sed de Océano que yo”.
    Herman Melville. Arranque de “Moby Dick”.

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  3. Leer... una de las mejores tablas a las que agarrarse cuando nada parece ser estable, cuando casi todo se ha caído.

    Ahora que lo de leer con tanta gente... jajajajaja... ¡qué desconcentración!... salvo que todos estén en su historia.

    Esto me recuerda un momento que recuerdo muy especial:

    Mi peque y yo en la biblioteca. Ella en su libro, yo en el mío... ahora, eso sí, ella bien pegadita a mí... enroscada su pierna en la mía... silla pegada a silla... y pensé... ¡madre, que pesaíta!... aquí encima que está ella... toda concentrada en su libro. Justo lo contrario a lo que la vida nos regalará... un día ella volará, tendremos diferentes espacios pero en el pensamiento, la misma historia, la de la madre y la hija que ahora somos.

    Y me dije... ojalá este día se la pegue en el alma, este momento... ¡cómo me hubiera gustado una foto de ese instante!

    ...ERA UNA TARDE DE LECTURA.

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  4. Leer es un placer, que te puedes cargar sio pretendes abarcar demasiado y leer 3 o 4 libros a la vez -algo en lo que a veces caigo-.

    Nancy Mitford lo tengo en la lista de pendientes; uy Leguineche siempre me ha atraido peo por ahora solamente leí, hace ya unos años, "Los años de la infamia". Me atraían determinados libros suyos como "Mea Cuba" o "Apocalipsis Mao", aunque puede que sea mejor optar por los que tu acosnejas.

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  5. ¿A alguien le pasa que lee a rachas? ¿Que en unas devora y en otras no puede ni con un párrafo?

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  6. esos consejos, esas menciones de libros concretos son oro molido
    Gracias por la generosidad de compartir

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  7. Suso, qué importante si tus padres leen y si en el colegio aquello es alentado. Suerte tus alumnos, te lo agradecerán toda la vida. Qué divertida era Charlie y la fábrica, lo regalé mucho a hijos de amigos.

    Driver, Moby Dick, apasionante siempre. La peli de Houston con Peck (amado Peck) es estupenda. Y tenemos que ir a ver a las ballenas, no sé cuándo ni cómo, pero tenemos que ir. Vivas, ¿eh?, no muertas.

    Ana, lo dicho a Suso. Si tus padres leen es difícil que tú no seas lectora. Suerte que tiene Anina. Cuento contigo para ir a ver ballenas.

    Modestino, tú sí que eres un lector impenitente, a veces pienso de dónde sacas el tiempo cuando veo una crítica y otra y otra en tu blog. Leguineche es, como sabes, reportero aunque retirado. En general me parece que tiene "mirada", quiero decir una mirada que a mí me gusta. Ni "la vida- es- toda- una- mierda- y yo -que he sido reportero- y estoy a la vuelta de- todo os lo- cuento" (que hay algunos en algún libro que van de esto, y no doy nombres porque ya se conocen y mira que me gustan los Alatristes en cambio), ni una visión cómoda sobre las cosas que ha visto, porque el mundo es todo menos amable en esa dimensión, aunque también hay poesía hasta en las trincheras. Los dos libros que cito son otra cosa que yo prefiero leer cuando necesito cierta calma y la mirada de un hombre mayor. Te apunto también a lo de las ballenas.

    Sunsi, salvo gente metódica -que ni tú ni yo y creo que ni otros muchos- el leer a rachas es habitual en mucha gente. Como ir al cine. Yo creo que no hay que hacerse fuerza a leer ni a casi nada. Y leer lo que cada momento te pide. Cuando no puedo con nada, leo poesía, con "esa" siempre puedo. Y a través de ella vuelvo a la lectura de ensayo y novela como una leona. A lo mejor a ti te sirve, no sé. Voy a pedir tu dirección y hacemos un "cross booking" poético... y ya veré qué te pido de tu bilioteca, que será buena y tengo tantas lagunas lectores que mejor no hablar en público. Tercera para ballenas.

    Toi, gracias, aunque ya sabes que el gusto lector es a veces muy personal, pero creo que los libros que cito gustarán en general.Mi hermano Juan está leyendo "En lugar seguro" de Wallace Steigner (también en Editorial Asteroide) y está encantado. Es mejor lector y tiene más ojo que yo. Jefe de la expedición para ir a ver ballenas (Suso, no me he olvidado, lleva tú el timón)

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  8. Genial Nancy Mitford, la dscubrí hace un tiempo y me fascinó, mi primera toma de contacto fue "La bedición".

    Te recomiendo a Robertson Davis ( la trilogía de Depford y Los ángeles rebeldes)

    En general, soy mala lectora; no soporto la poesía, ni las biografías, ni el ensayo político.

    Narrativa anglosajona, novela negra e idioteces varias.

    Ahora mismo, nada, ni el periódico.

    Sólo a vosotras, hedbannas; y a Mc D, pero si concreta, que si se pone intenso, pastoril y ornitológico, pues a la mitad me quedo.

    Con Dios.

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  9. Joé con la picapleitos Pepa, me hace exprimir la única neurona que me queda.
    Exigentestá, la jovenzuela.
    ¡Sus órdenes mi señora!
    Una de cuento concreto.
    Beso sus pies legales.

    POR LOS PELOS

    Sólo soy un simple camionero.
    La repugnancia natural que nos producen las fotos de los niños muertos, me impide comentar nada.
    Sólo puedo hablar de lo que me pasó ayer en Beirut.
    Estaba yo con mi Volvo de 16 toneladas de carga, repletito de naranjas para entregar a una O N se qué.
    Me pararon en un control descontrolado.
    Eran 12 niños armados con Kalasnikov, niños de 12 años de gatillo ágil.
    Tenían una barrera hecha con neumáticos michelín 70/12 (es decir, de tractores).
    A mí se me pusieron los güevos en el galillo, así que como no tenía más narices que pasar por el control me puse a rezar la salve rociera, más que otra cosa para prepararme para morir, con un cierto sabor andaluz.
    Yo pensé que palmaría allí sin más remedio, y que cuando mis tripas estuvieran esparcidas por la cabina de mi volvo, esos pequeños hijos de su madre, se harían 20.000 naranjadas con mi carga, y se las beberían a mi salud.
    Decidí que si iba a morir, lo haría con dignidad, más que otra cosa por una simple cuestión estética.
    Así que cuando me tocó el turno, bajé el cristal, les entregué mi documentación, y proseguí con la salve rociera.
    Para amenizar los momentos inmediatos a mi defunción definitiva, cogí un cd de Alejandro Sanz, y lo puse en la disquetera.
    Aquellos niños me apuntaban con los Kalasnikov, y yo,con mis oraciones rezadas, me dispuse a recibir una ráfaga del 44, mientras escuchaba "Ella", cantada con gran sentimiento por el chico de Moratalaz.
    Entoces ocurrió, uno de los niños, con un bigotillo incipiente, me ofreció un trueque: un cargador completo de su ametralladora, a cambio del cd de Alejandro Sanz.
    El trueque se efectuó en medio de un gran silencio.
    Aquel hijo de su madre, con el cd en una mano y el arma en la otra, lo dijo claramente: "¡avanti Alexandro!".
    Embragué, metí primera, y salí de allí con los pantalones mojados.

    Por los pelos.

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  10. Pos si, señorita Sunsi, eso le pasa a mi menda lerenda, bulimico de las sopas de letras por temporadas. Ultimamene estoy reencontrandome con la lectura, aunque soy bastante cauto a la hora de elegir. poocas cosas hay que me den mas rabia que leer un libro que acaba pareciéndome malo. Tal vez alguno me mande la tarjeta de su abogado, pero eso me paso con Ruiz Zafon y su sombra del viento.
    Una cosa que me ha parecido curiosa ha sido el inicio a la lectura de mi madre. Cuando pasa por aqui, la pobre esta castigada sin tele españolma (solo capto y muy mal telecinco) asi que ella se lanzo a devorar libros mios.
    Con eso empecé a comprarle algunos y me parecia enternecedor que una señora que ha sido practicamente analfabeta funcional (la pobre curra desde que tenia siete añitos, cosas de las guerras) y lée silabicamente, como los niños en la escuela, se lanzase a leerse los libros que le traia. Habia algo muy bonito en esto de ver a mi anciana madre leer

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  11. Asier, lo de tu madre leyendo da para un cuento. Driver, un cuento de encargo para Asier con lo que ha contado. Por favor.

    Ay, me encanta que los hombres trabajen gratis para mí ;-)

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  12. Máster, Asier... gracias. Ya veo que compensa ser sincero. Es un alivio saber que no eres marciano.

    Es que estoy en esa racha ... Y sólo puedo con prosa poética en dosis menudas.

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