Qué importante poder decir que no. Ese sí que es un lujo, un verdadero lujo, que no siempre nos podemos permitir, lo sé.
A veces nos empujan o nos deslizamos por un primer sí, tras él, otro, otro y otro, y nos podemos encontrar donde no queríamos ni debíamos sin darnos cuenta.
Creo que estamos donde estamos, y como estamos, porque no se pronuncian suficientes noes, porque se dice demasiado a menudo que sí. Con una terrible falta de consciencia o de conciencia, de ambas a menudo.
A veces por buenas razones: querer agradar y no contristar al otro, a los otros, por no hacer daño, por delicadeza e incluso educación. Hay una retahila de buenas intenciones que apoyan a menudo un sí que quizás debió ser no.
Y otras por malas: simple ambición, comodidad, inercia.
Y, en medio, una razón ambivalente: el miedo. Ese casi permanente miedo que nos acompaña demasiadas veces en nuestra vida.
Por miedo a la soledad se dice que sí a veces. Por miedo a la pobreza o a la incertidumbre, a la inseguridad, se aceptan cosas que no se deben aceptar. Es humano pero es un error.
Creo que para entender el origen de los altos niveles de incompetencia e inmoralidad -en empresa, en política, en la universidad, en la cultura- bastaría con rastrear esa historia del sí pronunciado por tantas personas que debieran haber dicho no.
El tema es complicado, porque si te pagan poco dirás muchas veces que sí por el lógico temor a perder ese mínimo que tanto necesitas. Pero también dirás sí si estás en una posición holgada por ese miedo a perder la comodidad, el puesto de relumbrón.
Lo he visto demasiadas veces: cuanto más alto, más cómodos síes. Y por eso tantos incompetentes y malos están tan arriba: porque nunca dicen que no. El sí es el mejor plan de carreras que hay, la mejor orientación profesional.
Pero no sólo es el dinero, es la soledad la otra gran amenaza.
El miedo a ser dejado aparte, a estar solo, a sentirse solo. También la pereza que da llegar a ser mirado como un bicho raro. Incluso incómodo o antipático. Funciona en el trabajo pero también en otros lares.
En la práctica pervive la machacona idea de que más vale la compañía, aunque sea mala, que la soledad. En el amor y en lo que no es amor.
Muchos síes son muy humanos y comprensibles, pero pueden llegar a provocar una honda tristeza, ese escepticismo o cinismo amargo o burlón del que renunció a la esperanza por cobardía.
Pero hay otros aspectos del no que conviene no olvidar.
Sería bueno que pudiéramos aceptar cuando alguien nos dice que no a nosotros.
Porque hay noes que no querríamos escuchar. Los ignoramos, aunque los estén gritando o sean dichos en susurros, un sutil o callado no.
O forzamos, sin querer, para que el no nunca sea pronunciado. Nos cuesta mucho.
Por eso creo que hay que poner fácil siempre que nos digan que no.
Amar de tal manera la libertad del otro que no queramos nada suyo que tenga la más mínima sombra o sospecha de presión.
Y, por eso, dejar la puerta entreabierta una tarde para comprobar si estabas empujando sin darte cuenta, sin intención.
Y esperar.
Alegría si te requiere otra vez, tranquilidad si él o su silencio pronuncian un no.
Nunca nada ni nadie que no sea libre.
Forma parte de la vida aceptar el no que ésta nos da en alguna ocasión. Y hacerlo sin dramas, si es posible educadamente.
Saber escuchar ese no, aceptarlo, y seguir para adelante, porque ya nos dan muchos síes todos los días. Y no hay que quedarse atado a un no.
Poder decir no es un lujo que no todo el mundo puede permitírse.
Pero también es un lujo estar abierto a recibir un no, poder escucharlo y aceptarlo con fortaleza.
El "No, gracias" de Cyrano debería enmarcarse como declaración de principios. Me encanta. Me recuerda a muchas personas a las que admiro mucho.
Sí, quizás es demasiado fiero, pero hoy hace falta recuperar el orgullo del que no se vende por un plato de lentejas. Todos debiéramos ser piezas muy caras, lo somos. El precio por cada uno de nosotros ya se pagó. No tendriamos que pagar el peaje del sí.
Qué buen post, Master.
ResponderEliminarY lo de la"fierté", qué razon llevas. Cuanto mas vale la dignidad para caerse bien que el precio que se puede ofrecer para perderla
(ayer vino Miss Daisy, mi madre. Toco sesion telecinquica por la noche y salieron los grandes hermanos. Pensé en la poca alma que deben tener ciertos periodstantes para aceptar precio que pague la participacion en determinadas MEMECES. En fin...)
Mandote un regalito via mail, porque sé que te va a gustar, por lo céltico y demas.
Que lo disfrutes
"Amar de tal manera la libertad del otro que no queramos nada suyo que tenga la más mínima sombra o sospecha de presión.
ResponderEliminarY, por eso, dejar la puerta entreabierta una tarde para comprobar si estabas empujando sin darte cuenta, sin intención.
Y esperar."
Ufff! No pides nada! La capacidad que eso requiere es una de las cosas que mas fuerza de voluntad requiere.
Y saber decir que no, sin acritud, con firmeza... eso es casi casi haber llegado a donde se tenia que llegar.
Te cantaría "Para la libertad", de Serrat. ¿Te gusta Serrat?
ResponderEliminarLibertad y amor... van de la mano. No entiendo un amor que non nace de la libertad y que no respeta la libertad, que atosiga, que comprime. Este es un tema laaaargo. Daría para otro post... tuyo, por supuesto.
Mañana posteo con la canción. Para ti, mi amiga Máster del Boalo.
Besos y una canción "Sé feliz" de Luz Casal.
Eso es verdad Sunsi, pero Master esta planteando temas que implican un nivel de exigencia muy alto.
ResponderEliminarPara saber decir no hay que ser ya mayorcito y saber cual es tu sitio. Y para saber aceptar los "noes", también.
Cuando se tiene un pasivo emocional de esos que se esconden para aparecer cuando sopla el viento, hay que haber contado con los recursos y los estimulos para salir de esos agujeros. Y eso significa procesos que llevan años, oigui. Y no todo el mundo llega.
Tiene que haber mucha madurez emocional para mantener la dignidad ( y no confundirla con el orgullo tonto).También para aceptar el azar, las interrogaciones, para aceptar que hay muchas cosas que no se pueden ni deben controlar.
Incluso fuera de la pareja; creo que a largo plazo es improductivo intentar manipular o forzar intereses para hacerlos convergir con los propios.
Algunos tienen muy claro eso desde siempre. Otros lo tienen que aprender.
Pero bueno, supongo que esto ultimo otorga mérito.
PD; No sé como llevais lo del viento. Aqui ha sido bastante dantesco. Ver arboles de 20 metros arrancados de cuajo da un yuyu...
El acto de amor más grande es el amor al otro desde su libertad, y siempre con ella. También con la mía.Puede ser el acto más doloroso, pero no por ello deja de ser el amor más grande.
ResponderEliminarLa libertad que le dió alas para estar a mi lado... es la misma que le da alas para volar. Y debe volar si esa es su vocación. No hay amor más grande.
Y yo he de seguir libre también, al lado de mi libertad.
La Vida.
Gracias, Asier, por tus 3 comentarios. Y por tu regalo, efectivamente me encanta.
ResponderEliminarPequeño detalle: lo que es aquí, de madurez emocional, nada. La cabeza a pájaros tengo, pero vamos, una bandada de ánades. En fin, hay que reirse de una misma.
Sunsi, es que sin libertad no hay nada. Ni amor ni nada.
Ana, eres una valiente. Gracias por tu comentario, de verdad. A veces las cosas duelen, o su recuerdo, pero pasa todo.
Pues tus anades son los mas interesantes con los que me he encontrado en la "güés". Y los güitos que hace falta pa exponerlos tienen cierto calibre.
ResponderEliminarAdemas, vivan esos anades si te sugieren los blogs que luego expones.
En cualquier caso son pajaros que estan muuuu lejos de ser idiotas o de no tener brillo.
Y eso ya es la hooooostia!
(ademas, tanto maduro hipoalergénico y sin brillo que hay por ahi... saben a leche desnatada)
No, si yo de valor no me quejo, creo que voy sobrada, aunque es más arrojo que verdadero valor, la verdad.
ResponderEliminarEs mi cabeza la que no está bien y ve cosas donde no las hay, y fabula, se queda prendada. ¿O será el corazón? A lo mejor es una mezcla...
Bueno, a seguir leyendo que ya me acabo el libro.
me impresiona este post
ResponderEliminary el que hayas puesto esa amazing peícula, obra de arte desde el primer segundo al último
me sorprendes, de verdad
inutil decirte cómo me identifico con la primera frase (me gusta provocar), y con la última (no volar muy alto, pero solo)
me suelen preguntar que qué saco ser como soy, tanto no, tanto nunca, tanta gozosa soledad, que pa que me busco enemigos si ya la vida me los va a regalar ¿no te convendría de vez en cuando poner buena cara? me convendría, seguro, pero no, gracias.
Y no firmo pa que no se crean que me creo Cyrano, pobre de mí.
Pero tú sabes quién soy.
Atentamente,
Mariquita de color mandarina
Eres unos de "mis Cyranos" al menos.
ResponderEliminarY hay más. Ellos lo saben o no que lo son. Pero yo sé que lo son. Y para mí lo son.
"Sí, quizás es demasiado fiero, pero hoy hace falta recuperar el orgullo del que no se vende por un plato de lentejas. Todos debiéramos ser piezas muy caras, lo somos. El precio por cada uno de nosotros ya se pagó. No tendriamos que pagar el peaje del sí".
ResponderEliminar¡Qué maravilla! Cuánta sabiduría hay en ti, Aurora. ¿Serás acaso la aurora boreal? ¡Cuánta emoción! Gracias mil.
Un post que me ha hecho pensar mucho. SObre todo eso de los mediocres que están en la cima porque no saben decir que no. Meparece una gran verdad .... una verdad muy dura.
ResponderEliminarSuso, amigo virtual, gracias de corazón, eres muy amable y me has hecho sonreír (más).
ResponderEliminarEn cualquier caso, estoy segura que tú con 30 palabras hubieras dicho mucho mejor lo que no acabo de decir con más de 3.000. Tengo esa intuición.
Pero eres gallego y eso es ya como tener otra carrera.
Modestino, siempre bienvenido, jurisconsulto. ¿Sobrevives a los vientos?
ResponderEliminarEn cualquier caso, y por intentar ser justa, también hay unas pocas personas sensatas "arriba".
Un abrazo y buen domingo, amigo.