"¿Pero todavía no te han arreglado el agua caliente?" Calma, que no pasa nada. Todo se andará, y como decía mi madre, a veces hace falta pasar cierta necesidad para apreciar mejor lo que tenemos y cuando lo tenemos.
Pensaba esta mañana en la necesidad, en las necesidades. Esta palabra se decía antes mucho, creo que ahora no. Se hablaba de los necesitados también. De los que pasaban necesidades. Hambre, frío, falta de techo o de cariño, ignorancia. Soledad.
A veces es bueno vivir determinadas carencias, pequeñitas. Sentir la necesidad. Un leve recordatorio de lo que es, esa punzada que notas, unos días más y otros menos.
Claro que a veces alguna punzada puede ser peligrosa. Lo sé porque soy hambrona. Si llego a casa con demasiada hambre, me zampo lo primero que encuentro, a una velocidad pasmosa, sin control ni elegir qué voy a comer. No engordo, pero me sienta mal seguro.
Por eso, intento no tener demasiada hambre. Tampoco guarrear entre horas.
Lo bueno es tener el hambre justa para apreciar la comida y no lanzarte sobre ella, pero también para apreciarla y comer con esa sensación que, en su justa medida, es agradable.
Ese hambre que espera ser saciada es estupenda. Es una bendición de Dios. Como el sueño. Tener sueño y saber que te vas a dormir es genial, es una suerte.
Sentir alguna necesidad de vez en cuando, pequeñas carencias, un tironcito, puede ayudar a ser más comprensiva, más compasiva. Con una misma, siempre muy necesitada de todo, con las necesidades de los demás, tan escondidas a veces, también. Incluso sobre el modo en que algunos las sienten y hasta las sacian. Sentir necesidad puede hacer crecer en sensibilidad.
También pensé esta mañana en el lujo.
Yo sé que el lujo tiene mala reputación porque se asocia al consumismo. Pero el lujo no está ligado siempre al consumismo.
A mí el lujo me encanta, para qué nos vamos a engañar.
El lujo tenía que ver antes no con una simple cuestión de precio, sino con la calidad, el buen hacer, lo raro. Ahora ya no. Hoy el lujo está ligado mayoritariamente a la marca, es una cuestión de marketing, no tiene que ver tanto con un buen material y un trabajo. Es una pena y un tongo.
Pero hay excepciones, todavía las hay.
Este verano en Galicia fui a Camariñas, mi madre hizo bolillos en su día, pero yo no lo había visto hacer. Me encantó. Luego en el Castillo de Vimianzo vi otra vez a las palilleras y su trabajo, tan bonito. Y un mantel rosa palo, como de pañuelos enlazados, que estaba en el Museo de Camariñas se me quedó en la cabeza. Un mantel precioso, que no puede casi tener precio porque han sido muchas horas las de trabajo. Luego compré un sombrero de paja como el de las campesinas gallegas. La mujer que me lo vendió, y que era la artesana, se emocionó cuando se lo pagué. "Estará en buenas manos, sé que lo aprecias".
Por eso me enfado cuando a algunas personas regatean porque les parece "caro" una cesta de mimbre, un mantel, una mesa de madera buena, en fin, tantas cosas hechas a mano frente a los "competitivos" precios de los chinos e Ikea. Perdón, pero no es lo mismo, no puedes comparar. Son cosas diferentes.
El trabajo a mano, lo que conlleva unas manos de artesano, no es producción industrial. Es un lujo y pagamos por él. Hay que pagar porque es raro, es artesanal, lleva tiempo y una persona o muchas detrás con mucho cariño y oficio.
Es más: es estupendo que exista el lujo aunque no pueda acceder a él. Es fantástico entusiasmarse ante un cuadro maravilloso que pienso que no podré colgar en mi casa porque yo no tengo tanto dinero o, quizás, me falte espacio para él, me venga grande. Y mira que me gustan esos tonos, sus sombras, me estaría horas mirándole, me encanta. Con suerte puede estar en un museo y todos podemos verlo, mira tú que bien.
Otras veces hay muchas cosas que no están hechas para nosotros, sino para la baronesa tal o cual o un rico financiero, para otra persona. Es posible. ¿Y qué? Fenomenal que exista para otro. Bien está también. Sólo la admiración, el placer que despierta ver un collar de azabache, tan bonito, en el escaparate, o leer sobre un país muy interesante y exótico al que quizás jamás viaje me bastan.
A veces no hay que tener miedo a no poder llegar a tener algo, ni tristeza, ni envidia, jamás. Mucho menos que todos esos sentimientos nos hagan minimizar, criticar u ocultar lo que es el lujo, como para consolarnos. "No es para tanto", "ya será para menos"... pero qué miserables podemos ser...
Perdón, pero no. Un perfume de Serge Lutens es otro mundo, y hay que reconocerlo. Pero no pasa absolutamente nada por no tenerlo. Y así mil cosas que pueden no estar hechas para nosotros por lo que sea, santa paz. Pienso que hay que detenerse más en la admiración y disfrutarla. Se pasa muy bien contemplando lo que está bien hecho, trabajado, es bueno, bonito o único, atrae siempre.
Es estupendo que haya lujos, aunque quizás muchos no estén a nuestro alcance. Quizás otros sí.
Y por eso hay que dar muchas gracias a quien corresponda. Por los que no tenemos y por los que sí. Porque existen los lujos y somos capaces de contemplarlos, que es el lujo del que siempre disfrutamos.
Encandilada y francamente divertida me encuentro. Por poder pasear por el lujo al atardecer de vez en cuando, vaya qué suerte tengo.
Prosaica como soy, el agua caliente ES un lujo.
ResponderEliminarUn amanecer como el de hoy en Tarragona, otro.
Escuchar a conveniencia cualquier obra musical.
Descubrir con placer un buen libro, un escritor nuevo.
Un caldo sabroso.
Los amigos.
Las cosas bellas.
El primer sol de verano, calentando la piel, en la playa.
Reirnos mucho, de nosotros y entre nosotros.
Discutir, polemizar.
Hacer novillos y "blogear"
Recibir correo de una amiga
Estar a régimen y perder un kilito
¿Quién da más?
Es un lujo ir conduciendo dirección sur, ver un cartel en la dirección contraria, pegar un volantazo sin razón aparente, hacer un cambio de sentido inesperado con nube de polvo y todo, y decir:"Era una necesidad".
ResponderEliminarEs una necesidad cortar el móvil, la radio, las noticias; orillarte en la carretera, echar el freno de mano, bajarte del camión,andar cincuenta pasos a través del trigal verde, y observar la sombra de los álamos en un campo donde probablemente no volverás.
Un lujo.
Y el mejor, el caso donde la necesidad y el lujo se confunden a pachas, fit-ti fit-ti.
Cogerle la cara con las manos y quedarte mirando un rato sin decir nada, sólo hablando con los ojos.
Lujo y necesidad.
Máster... a vuela pluma, sin orden ni concierto... para mí un lujo:
ResponderEliminarPasear vestida pero con los pies descalzos por la playa, fuera de temporada.
Que te quieran como eres, con todo lo que eres y con todo de lo que careces.
El silencio del oído y la vista. Oír sólo lo que se mueve con el viento y verlo, en directo.
Una amistad de verdad, que la retomas después de años y "como decíamos ayer..."
La voz que declama, con las pausas oportunas, con las cadencias precisas, lo que ha parido su corazón.
Un bebé entre mis brazos, dormido.
Una casa grande y llena de gente a la que quieres.
Ese mueble que ha aguantado generaciones y muchas casas... y que finalmente encuentra un hueco en la tuya.
El olor a limpio.
Tantas cosas, Máster. Alguna al alcance de nuestra mano... otras quizá algún día... otras igual nunca.
Besos, guapa. Precioso post
Gracias, Pepa, Driver y Sunsi.
ResponderEliminarLos amigos son necesidad pero son lujo también, qué difícil.
Lo de dar el volantazo, otro lujo, Driver. Perderse, como dices, sin móvil, o en casa dejar descolgado el otro, sin ruidos, silencio. Otro lujo, necesidad nada.
Más. El lujo es poder tener tiempo para otros y dedicárselo con calma, nada de prisas. Necesidad es estar con alguien a veces, todos los necesitamos. Lujo es poder estar con tiempo, y ya el mayor no tener que hablar con ese alguien, estar tan a gusto que ni hablas.
Existen muchos lujos, y los más grandes a veces los tenemos ahí al ladito, silenciosos... haciéndonos la vida entrañable. A veces ni se sienten.
ResponderEliminarAsí, me encuentro que...
... No he perdido aún la voz de las personas que MÁS me han querido.
... Reconozco cada día la voz de las personas a las que yo más quiero.
... Cierro la puerta de mi casa cuando me voy por la noche a trabajar, y sé que dentro queda todo el calor del mundo. El hogar construído por mís manos.
... El calor de la amistad.
... Observar las manos de las personas que me gustan.
... El Camino de Santiago con cada una de sus "bojas".
... Algunos libros indispensables, esos que hacen más llevaderos los "huecos" del camino.
... Un paisaje de la infancia.
... y el mundo blogero al que me asomo cada día... en esos ratillos de "libertad".
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOtro lujo: necesidad de nada. No sé si te das cuenta de lo que has dicho. ¡Qué impertinente! ¡Claro que te das cuenta!
ResponderEliminarLa piel de pollo: necesidad de nada. No porque lo tengas todo sino porque has deshojado tanto que cada cosa, cada palabra, cada sonido o cada silencio son regalos. Y gracias. Y estoy bien con eso. Estoy bien con eso hoy. Y mañana será otro día. Tal vez traerá un regalo o más de uno. Tal vez no. Pero lo único que necesito es lo que ya tengo : la propia vida.
Necesidad de nada. Recuerdo ahora a los chavales del Cenáculo. Cada día que pasa necesitan menos y son más. Porque aprenden a vivir sin ataduras.
Besos, Máster del Bolao.
Que identificado me he sentido con varias de las cosas que cuentas.
ResponderEliminarPosiblemente nos hayamos creado necesidades que no son tales; a lo mejor no es imprescindible que nuestro piso sea de propiedad, ni que el televisor tenga necesariamente mando a distancia, ni que haya soda para el Martini.
También me pasa lo el hambre: al llegar a casa, a media mañana.... a media noche.... me ocurre a casi todas las horas; y existe el peligro de comer compulsivamente.
En cuanto al lujo .... hay que saber distinguir ...creo. Hay personas que a base de rechazar el lujo acaban viviendo y visiendo con ranciedad, casi con miseria. Hay una cosa que se llama distinción y que está muy bien adquirir .... lo que no va unido necesariamente a grandes gastos.
Un lujo que hago tres veces al año, más o menos. Cuando voy a Madris me alojo en casa de un amigo que vive en la calle Francisco de Quevedo, muy cerca del Palace y de las Cortes. Él no suele estar porque es un viajante de aviones y no para en casa ( es soltero).
ResponderEliminarMi lujo es ir al Palace. En el Palace siempre hay algún evento chachi -político, presentación de una marca, de un libro, de algo...- y como voy muy de bien vestido le digo al notas de la entrada que me dejé la invitación en el coche...total, que me codeo con la creme de la creme, me pongo ciego a canapés y cubatas, y marcho a Francisco de Quevedo más completo que qué sé yo
¡¡¡Lujo de vida!!!
Sí que es cierto lo de la necesidad: la necesidad es necesaria; o por lo menos es necesario que no sea patrimonio exclusivo de tanto mundo y la repartamos un poco. Porque, se hable o no de ella, existe. Y mucho. Así que, esa “punzada” es beneficiosa para que no se nos olvide y para que valoremos lo bueno que es no tenerla. Tú lo dices mejor: “Sentir necesidad puede hacer crecer en sensibilidad”.
ResponderEliminarEn cuanto al lujo, su consideración es relativa, claro está. Se cuenta que Diógenes, el cínico, se desprendió de la escudilla que tenía para coger agua porque un día vio que un niño bebía en el cuenco de su mano. Le pareció un lujo; y en esto, Diógenes era exageradamente escrupuloso. No hay que llegar a tanto. Sí, a lo que tú concluyes: el lujo es valorar el trabajo de unas manos que inventan la belleza para el gozo de otros o disfrutar, simplemente, de un paseo al atardecer. Cosas pequeñas, como poder enamorarse del forcejeo de un gorrión con un mendrugo de pan demasiado grande, y ver cómo lo voltea y voltea en el aire hasta arrancarle esas migajas tan diminutas y, para él, tan necesarias.
Besos, y a ver si te arreglan el agua de una vez, que da tiritonas de sólo leerlo.
Los comentarios "Están de lujo"... Perdona Máster. Es que me ha recordado al anuncio ..."de lujo",o sea, exquisito. Y para detectar determinados lujos ¿habrá que tener una sensibilidad exquisita?
ResponderEliminarBesos, guapa. Máster del Boalo. Frío de la mañana y del día entero como no te arreglen la caldera...
el verdadero lujo es encontrarse por los vericuetos de la vida gentes interesantes
ResponderEliminary el tiempo
y el espacio
y un virulento viento caliente sin agua que nos acompaña esta mañana
y escuchar, además de oir, un cuarteto del Sordo
y leer palabras bien enlazadas, y ver como el sol cae despacio y que por puro milagro ese día no tengas prisa
pero el mayor lujo es que suene el despertador a las siete menos cuarto, recuerdes que es sábado y te vuelvas a dormir.
Lo que yo he vivido como un verdadero lujo y a lo que he aspirado siempre ha sido a apropiarme mi tiempo.
ResponderEliminarrecuerdo que de vez en cuando, siendo estudiante, me chiflaba pasar de todo e irme a tomar un café mientras veia a todo el mundo irse a currar.
Después siempre he pensado que una de las formas de poder apropiarmelo ha sido trabajar para mi mismo.
En lo demas, realmente, no somos conscientes, a menudo, del lujo que tenemos viviendo como vivimos.
En lo que se refiere al lujo comunmente conocido como tal y que exige precios plantearios, la verdad es que entiendo lo que dices, pero a mi me suele dejar bastante indiferente.
Y no sé hasta que punto es lcito que alguien pueda apropiarse de un cuadro famosisimo o cosas por el estilo. Me poarece que deberian estar expuestos gratuitamente a la vista de todos. pero en fin.
Muchas gracias a todos.
ResponderEliminarAna, a ver si hablamos este fin de semana. ¿El camino de Santiago es lujo para ti? Pues con lo que me costó hacer los 100 km para la Compostelana... lujo lujo no lo veo, eso sí, precioso es...
Modestino, tienes razón, hay necesidades creadas, aunque yo hablaba de otras, de las que crean punzada de hambre, sed, etc.
Sunsi, sí, hay gente que necesita poco, tomo nota.
Suso, te imagino perfectamente, como un gentleman colándote: muy bien que haces... Me he reído viéndote entrar como un señor...
Antonio, los gorriones enamoran en su pequeñez, y mira que hay muchos. Hay veces que hay más gorriones que personas en España, luego mueren, no sobreviven como polluelos, y se restablece el "equilbrio" hombre-gorrión. Gracias por venir.
Y Toi, totalmente de acuerdo. Especialmente en el final: poder dormir más... es un lujo, para mí necesidad. Dormiría a veces hasta romper la cama.
Siempre que entro en este blog me percato del porqué hay gente haciendo másters mientras otros no pasamos del bachillerato.
ResponderEliminarUffffff...Tengo que ponerme de puntillas, que si no, no alcanzo.
Y, sin embargo, vuelvo, porque siempre aprendo algo.
¿Serge Lutens? Creo que éste no era de mi pueblo.
Sí Máster, fue un lujo.
ResponderEliminarEmpece aquel camino como parte de una experiencia más, un día me llamó una amiga y me dijo que iba a hacer el Camino de Santiago, que salía el lunes (era sábado). Le dije que me iba con ella.
El lunes a las siete de la mañana salimos al camino... era a la hora del alba, en un día cualquiera de octubre... año 1995.
... Desde ese inicio como persona que camina fui consciente de que yo era una peregrina. Para mi sorpresa encontré muchos lujos a lo largo de ese camino que ni esperaba, unos sustentados en las risas... otros en el silencios... y unos cuantos en el dolor. Y alguna que otra rabieta.
Desde aquel día en que salí al alba... no he dejado nunca de ser peregrina. Y no he olvidado la perspectiva que aquel camino le dió a mis pasos, estos que ahora, después de tantos años, doy.
Después de realizado, y desde estos años vividos, siempre me he sorprendido pensando que yo en realidad no salí al encuentro del camino... sino que el CAMINO ME SALIÓ A MI".
ResponderEliminarA Outsider Friar que traducido sería clérigo por libre ¿no?, Sergeb Lutens es una conocida nariz -quienes hacen los perfumes. además de fotógrafo. Trabaja por cuenta de otros creando perfumes y desde hace unos años tiene su casa. Yo voy a la perfumería Nadia de Diego de León a oler sus perfumes, que no comprarlos. Ese es mi lujo. Llego, huelo, y me voy.
ResponderEliminarNo sé si este tipo de información le puede servir a Vd, para su labor pastoral. Sería algo así como el frasco de perfume que la Magdalena hubiera derramado hoy para lavar los pies de Jesús, hágase una idea. Del mejor.
Ana. El Camino marca. Podríamos ir unos días juntas, 2, 3, ¿lo hablamos?
Gracias a todos por comentar.
Esto sí que es un lujo. Asiático.
¿Ves como el camino sí es un lujo?... aunque te costase llegar... jajajajaja
ResponderEliminarMañana hablamos... que yo ya me voy.
Perdona, Asier, se me pasó tu comentario.
ResponderEliminarSé lo que dices del café mientras todo el mundo se va a currar, porque al trabajar para mí voy a la contra. A veces es un lujo, y otras me gustaría ser "normal".
Respecto a lo del cuadro, podríamos discutir. Pero no lo voy a hacer, porque además era una metáfora. En fin.
jo pe, que quieres que te diga, el lujo es el cumulo de años de conocimiento para descubrir las expriencias placenteras, que tienen un precido exclusivo es decir placeres que se quedan fuera del alcance de todos.
ResponderEliminarA a mi no es que me de rabia es que siento que simplemente, es una tonteria de nada, el dinero estupido, que nada deberia de ver con eso. Igual que cojer las manzanas de un arbol, si piensas, como me vea el labrador...asi que mejor miras sin codicia solo con admiracion y alegria de que alguien se la comerá. Estamos enseñados para no sufrir....de insatisfaccion, y envidias....
tener el alma limpia de sentimientos oscuros... tambien es un lujo...
Bienvenida, Elena, y gracias por tu comentario. Pues sí, no sentir envidia es todo un lujo.
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