El sábado vinieron a casa Eva y Carlos con sus cuatro hijos. El domingo había invitado a Mohamed, el jardinero, y su familia para conocerles. Me han hecho pensar ambas visitas.
Eva y Carlos son amigos de toda la vida, su niña mayor tiene 9 años, el pequeño -le llamo "El Padrino", es el que organiza a sus hermanos en la sombra- no llega al año creo, su nombre real es Juan Pablo (You can't scare me, I have children). En medio, Miguel, que es un tesorito, hay que ver qué fácil parece ese niño que siempre está contento, y Pilu, que, por fin superó el temor a Olimpia. Los cuatro casi albinos, tienen esa alegría y espontaneidad tan cómoda. Yo riño a mis sobrinos y a los hijos de mis amigos si hace falta, y no pasa nada, pero prefiero siempre que estén como si fuera su casa, y no de visita, la verdad.
El día estaba frío, no pudimos estar fuera, pero comimos, vimos un vídeo, y me dejaron la casa más limpia que cuando llegaron. Carlos, Eva y Jose María, otro amigo que vino, me ayudaron a recoger todo -sigo sin lavaplatos- y, encima, barrieron. Encendimos la chimenea, hablamos un poco, lo que pudimos. Ser madre posibilita poder llevar 5 conversaciones distintas y no perderse ninguna. Ya le dije a Pilu que, como yo no lo soy, no puedo contestarla mientras estoy hablando con otra persona: sólo mamá puede hacer eso y mucho más. Creo que la niña es consciente de los superpoderes que da la maternidad, también la paternidad.
Carlos es como muchos hombres que yo conozco, afortunadamente: tranquilo, nada es un problema jamás, minimiza, desdramatiza, una gozada. Como Javier y Agustín, maridos de mis primas, mi hermano Paco y otras muchas variaciones de "quiet men" que tengo cerca.
Mohamed es un recién llegado a mi vida. Frente a los 300 euros que me pidió un tipo por podar 2 árboles -debió de pensar que yo tenía cara de rica, de tonta, o quizás de las dos cosas- Mohamed me dijo que lo hacía por 50 euros. Evidentemente no le pagué 50, sino más. Cuatro horas del trabajo físico de un hombre con frío fuera y subido en una escalera bastante incómodo no valen 50 euros, lo hizo fenomenal además. Quedamos que un día de cada mes este invierno vendrá a hacer cosas del jardín: podar los setos, abonar, arreglar algunas cosillas, etc.
Lleva 18 años en España, trabajaba en la construcción, está casado con una rifeña, tienen 4 hijos: el mayor de 13, el pequeño de 6, calculo. Sólo 1 niña. Guapos como soles, con esos ojos profundos que tienen los marroquíes y, en general, mucha gente morena. Su mujer y los niños han llegado este año y, lógicamente, les está costando adaptarse. Por eso, entre otras razones, quería conocerles, me comentó que el mayor estaba ingobernable. Me dijeron sus nombres ayer, pero me resultan intranscribibles todavía, sólo me acuerdo del de la madre: Fatiwa, creo.
Fatiwa no habla nada de castellano, tampoco árabe, ni francés, sólo rifeño. Los niños sí hablaban castellano. Bueno, no estoy muy segura de lo que hablaban porque a penas abrieron boca, no pudieron.
Me impresionó mucho porque no estoy acostumbrada a familias así.
Preguntaba yo algo en castellano a los niños "¿Qué amigos tienes?, ¿te gusta el colegio? ¿qué deporte haces?" y su padre era el que respondía siempre. Los cuatro sentaditos y sin rechistar, formales como si estuvieran en Misa (es un decir, los niños que conozco ni en Misa están quietos, como es natural).
Una familia que no se interrumpe me parece muy raro, pero en la que los niños no dicen ni mú todavía más.
Hubo un momento que le tuve que decir a Mohamed que por favor quería ver un poco cómo iba el castellano de los niños, que si podía dejarles a ellos contestar: no iba mal, nada mal y eso que llevan solo 4 meses. Despiertos y listos parecían todos.
La mujer como ausente, no abrió la boca. "Ella no aprende castellano, a ver si mis hijos la pueden enseñar, pero no, no podrá...". Me quedé de piedra. "Claro que podrá... ¿no sale, Mohamed, no va a las tiendas?" "No, no, ella no quiere, yo le traigo todo lo que necesita." Me quedé pasmada.
No quise ahondar más en ese momento, no era oportuno. Pero era evidente: si no sale ¿cómo aprenderá? ¿Todo el santo día en casa? Pero ¿dónde se ha visto eso? Pues lo que la faltaba, no ir de compras, todo el día en casa. Pensé luego si sería analfabeta, quizás era eso. Quedé que cocinaremos un día cus cus juntas, en su casa o en la mía, Mohamed nos hará de traductor. Invitaré a Irene, mi cuñada, que es profesora y ha estudiado semíticas y siempre tiene mucho ojo, en general y en particular, para todo.
También les dije a los niños que vinieran a jugar a la casita que tengo en el jardín, a leer o que se llevaran libros, al ordenador o a bañarse cuando haga buen tiempo. Besé a los niños y a ella al despedirnos, bueno, a ella le di un abrazo muy fuerte además, y un "Dios te bendiga". Suena antiguo, pero me encanta y siempre que puedo, y no suena raro, lo hago, lo aprendí en Canadá: "God bless you".
Como creo que dijo un día Driver, intentar ser simplemente un buen vecino es algo más real y menos chorra que la palabra solidaridad, ya ni menciono la estupidez del multiculturalismo o la alianza de civilizaciones que me parece un tongo.
Mi preocupación ahora hasta qué punto un sistema familiar como el que vislumbré en una hora -poco, lo sé- es capaz de integrarse en una sociedad como la nuestra. Me preocupan ellos en concreto, no el "problema" en general. Tres pasos atrás ella, unos niños que ni se movieron, un hombre que hablaba en nombre de todos. Joé, a lo mejor es el idioma, ojalá lo sea, pero no estoy nada segura. Y me cae bien él y parece un buen hombre. Veremos.
Aurora, gracias por la mesa y sobremesa del sábado.
ResponderEliminarCon respecto a Mohamed (Mahoma en su forma castellanizada) no tengo mucho comentario concreto que hacerte. Porque, en mi humilde, discutible e irrelevante opinión, el mundo muslim tiene otras leyes de la física.
Aquí en occidente funcionamos (o hemos funcionado) con lógica aristotélica y cartesiana. Nuestro esquema mental es el de las leyes inducidas, deducidas, los procesos experimentales, las reglas empíricas y todo eso.
Pero fuera de occidente, esto no sirve. Es como pasar de la física clásica de Newton a la física cuántica de Einstein.
Hace un año anduve un día y medio en Tánger con mi hermano y un marroquí medio occidentalizado. Mi hermano le preguntó por qué allí mucha gente usa todo el año la misma vestimenta, la "yelaba" (chilaba), babuchas y demás. El norte de Marruecos (sobre todo la parte atlántica) tiene un clima similar al del sur de España, de modo que se hace necesaria ropa de diferente temporada.
El marroquí le contestó a mi hermano: "Lo que sirve para combatir el frío, sirve para combatir el calor".
Mi hermano y yo comimos en una tasca comida típica. Por supuesto, ahí no servían vino ni cerveza. Hacía un calor insoportable y las ventanas estaban cerradas. Pedimos a un camarero que corrieran las ventanas, para poder tener un ambiente más fresco, menos cargado. Nos repondió que no se podía, porque entonces se formaría corriente. Hacía un calor del quince y el moro ese no quería corriente fresquita de aire...
Mi consejo es este: no hay que intentar comprender mucho. Funcionan con otros esquemas mentales, es otro "sistema operativo". La diferencia mental es mayor que la existente entre Macintosh y Windows. Puede decirse que es una diferencia similar a la de un cassette de música del Fary y un DVD de Frank Sinatra. Sin menospreciar, ojo, porque eso impide darse cuenta de los detalles.
Gracias a ti y perdona de nuevo (soy una maria angustias a veces, lo sé).
ResponderEliminarLo que me dices me lo han dicho otros amigos.
El caso es que necesito entender (no compartir) a veces para poder ayudar de manera oportuna, y no impositiva o equivocada. Para ser útil tengo que entrar -no digo compartir- en el modo de pensar del "otro". No sé si me explico.
En fin. Es posible que no haya nada que entender, que me sea tan extraño que ni lo entienda.
Me pasó este verano con un vecino gallego (no es coña): y me lo dijo otro gallego. Cambia de chip, no intentes entenderle con el que tú tienes.
Uno: chapeau por lo de pagar mas de lo que se tenia.
ResponderEliminarDos: lo del chip: auténtico. Y son horas de entrnamiento antes de tener un lenguaje comun.
Tres: lo de los vecinos y la solidaridad-muy acertadito.
por cierto, me he llevado un sorpreson cuando subia pa casa. Me encontrado una tarjeta navideña con una sartita de una vecina en la que me dice que Papa Noël ha dejado un regalo para mi y que pase a buscarlo cuando quiera. Acojonao me ha dejao, oyes! Qué maja. me hace mucha mas ilusioin que el bote de Hugo Boss que me cae indefectiblemente todos los años desde hace tres (antes eran corbatas; no entiendo nada. Casi nunca me he puesto una corbata para visitar a los clientes y nunca me habia echado perfume. Ya que insisten tanto, ahora lo estoy usando. Bueno, mi chica y mis amigas me dicen que huelo estupendamente, igual hay que tomar nuevos habitos)
cartita, .oño!
ResponderEliminarLo de la colonia da gusto. O sea, póntela, sin pasarte, pero póntela.
ResponderEliminarNo sé si es que las mujeres olemos más a los demás, a las cosas, (es posible), pero es de las cosas que más se agradece: el olor agradable de alguien.
Y la segunda tiene que ver con el oído: qué dice y el tono de voz, sobre todo.
Como ves algunas somos como perros, olemos y tenemos el oído muy fino. Jua jua...
Perdón, me dejo de juergas y me voy a currar otro poquito. Ya.
Master, te voy a dar el Oscar al tono positivo, da gusto leer tu crónica de ambas visitas. Yo también te digo eso: ¡Que Dios te bendiga!.
ResponderEliminarPor cierto, una chimenea bien encendida suele garantizar el éxito de una velada.
Creo que es Fatima, con el acento prosódico en la i. Es un nombre muy común entre los musulmanes. Te has propuesto entenderlos y apuesto a que lo consigues. Porque, de entrada, no los juzgas. Asier lleva toda la razón. Yo también he tenido contacto con ellos y es así. Ellas tres pasos detrás del hombre. Los niños hablan si les das permiso. Y la mujer ni se plantea lo que tú te planteas.
ResponderEliminarMe ha encantado el planteamiento de tu entrada. Más que planteamiento, diría talante. Gracias, Máster. Me igual que me riñas... aprendo mucho con tus posts.
Besos
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ResponderEliminarEstaba currando en otra cosa.
ResponderEliminarHola, guapa, Sunsi. Lo mismo pensé yo, Fátima, pero me dijo Mohamed que no, que era otro nombre.
No tengo ni idea de cómo se pronuncia o escribe.
Tres moritas me enamoraron en Jaén...
Perdón, soy yo, Master, es que estoy en otra cosa.
ResponderEliminarTengo amigas que se llaman asi. Se pronuncia "Fatija" con acento en la i.
ResponderEliminarOyes, que tiés otro bloss!!!
Es solo para iniciados?
Aaaargh, qué rabia!
.... Axa, Fátima y Marién.
ResponderEliminarTan cerca y tan lejos a la vez, dos familias, dos formas de entender la vida, ¿quién comprenderá a quién?
¿Quién sois señoras de mi vida, robadoras?
Cristianas que éramos moras en Jaén:
Axa, Fátima y Maríen
Máster: róbale el corazón a Fátima.
ResponderEliminarCompra té y dile que te enseñe a hacerlo.
Compra frutos secos y dile que te enseñe a mezclarlos con leche.
Y si lo haces despacio, tal vez sientas el viento del desierto en tu cara.
Si eres capaz de romper el abismo del idioma con el puente del respeto,vas a conocer el placer del idioma universal.
El de la mirada compartida.
Y eso amiga, es mucho.
Es practicamente todo.
Todo lo que necesitamos para cruzar el Mediterráneo.
Gracias, Modestino, pero que sepas que al pobre José María le reñí porque llegó hora y cuarto sobre lo previsto sin avisar y me preocupé mucho (soy una maria angustias en cuanto a la carretera). Menos mal que mi amigo me conoce y pasa bastante.
ResponderEliminarAsier, sí es Fatija.
Manolo, te acuerdas del poema, somos de la misma quinta, uf.
Driver, vamos a ver cómo lo hago. Fatija, no Fátima. Sí, cocinar une mucho.
Driver... eso que has escrito es precioso.
ResponderEliminarSeñorrrita Aurrorra:
ResponderEliminarSabemos que ustés estarr porrr ahi mientras nosotrrros esperramos nuefo post con impatienzia.
Nosotrrros adfertir que si ustés no cooperrar, nosotrrros tener metios parrra haserrrle fablarrr, yiag, yiag,yiarrrg...