martes, 24 de noviembre de 2009

God save the goat


Estuve en Málaga el martes pasado. Me quedé en casa de unos amigos en mitad del campo. Son profesores y tienen 4 hijos, dos de ellos mellizos, niño y niña, de 4 años, el mayor de 11 años, la siguiente, pizpireta, de 9, además una abuela santa (ejem) y una perra que está loca. En el último mes han incorporado una cabritilla, les vino casi dado. El cuadro es de comedia británica pasada por el sol, algo de “Entre limones”, el relato del batería de Génesis instalado en las Alpujarras, con ciertos toques de Durrell de “Mi familia y otros animales”, y la elegancia de fondo de Nancy Mitford de “Amor en clima frío”. Aquí de amor mucho y con más luz,  muy acogedor. Vamos, al final el panorama  es español y muy andaluz, con su alegría y gracia, todo atravesado en cristiano.

Creo que estoy acostumbrada a convivir con niños y padres aunque sea por temporadas cortas, pero el modelo de madre que no grita un día de diario me era desconocido. Las madres gritan por las mañanas, ¿no?, unas más y otras menos. En este caso ambos, padre y madre, son dos balsas de aceite: 6.45 a.m., 4 niños, desayuno, salir para el cole, pero ellos calmados, a lo que hay que estar sin una voz más alta que otra, ¡sonriendo! Y más, estamos por la tarde en casa y llega la hora de baños infantiles  y de cenar. Pienso ingenuamente “pues ahora tomaremos algo sencillito porque hay ya mucha faena”. Pero dice Mirna “Voy a hacer pasta”. Y se pone a hacerla tan contenta, pero de  la fresca, y luego el pan, también  hecho en casa. El rey iba cociendo la lasagna, bañaron a los chavales,  cenamos con tranquilidad. Todavía estoy con la boca abierta, vaya logística que despliegan, ni la sexta flota,  pero ellos de incógnito. 

Hice una reverencia a la abuela al llegar, de rodillas le ofrecí un perfume como si fuera el niño Jesús y yo un rey mago. Cede su cama cada vez que voy y hay que hacerle la pelota. Pero no hubo manera, es insobornable. Me dice con retintín que le estoy cogiendo mucha afición a la casa de campo. Debe de temer que vaya a ser como Serafín Latón, el que se queda en Moulinsart y Haddock no se lo puede quitar ni con agua caliente. Maldición, al senado no hay quien le engañe.

Di el biberón a la cabra que no tenía más de 15 días, una monada, nada que ver con las adultas  que se gastan una mala leche de espanto, nos las deberíamos comer a todas antes. Bueno, no, a esta Beni (Bienvenida), que así se llama, la van a indultar, quizás siga siendo buena. Aunque luego apareció un hermano del rey que dice que si hay que liquidarla él mismo se encarga. Era simpático y original el verdugo potencial. Tuve que sacar mi cuaderno para tomar nota de su hablar, ahora sé hasta malacitano. También estuvo más gente por la casa, y eso que está alejada: una chica preciosa, una madre de parar la circulación y un padre que tenía pinta de hacer lo que hacen los hombres buenos que conozco: lo que pueden.

Los hombres buenos creo que son los que hacen lo que buenamente pueden. Y suele ser bastante, aunque a veces en algunas casas, no en ésta, aclaro, les dicen que no es lo suficiente, pasa.

El último día nos fuimos a cenar fuera Mirna, el rey y yo. Se nos acercó un negro muy negro, musulmán era, vendiendo relojes, y nos contó que tenía una hija de 14 años que había dejado en su país. Acabé explicándole yo, porque me lo preguntó, mi vida sentimental. El alcohol es que es muy malo, hablas más, te ríes, lloras, cantas o te duermes sin remedio. Luego nos intercambiamos mutuas intenciones de oraciones por  propios y ajenos, nada de alianza de civilizaciones, más bien acogimiento de corazón y alma que es más español y humano. Mirna y yo luego llorábamos y el pobre rey ahí en medio debía de preguntarse qué había hecho él para estar entre aquellas dos lelas con lágrimas y posiblemente una copa o dos de más. El negro también se marchó emocionado diciendo que a ver si nos encontrábamos de nuevo, angelito (negro), santo varón, santo, que diría Tip, q.e.p.d.

En fin, que todo fue un poco surrealista, empezando por la cabra que han adoptado. “God save the goat," “Long life to the goat”, lo que sea, pero, por favor, que la salven. Pues eso, me lo he pasado genial, odio los hoteles cuando voy de trabajo y se lo agradezco mucho. Me hacen mucha gracia porque la tienen a raudales.

PS: La canción de Calamaro es muy poética, lo de duermen los niños y tal... pero lo cierto es que los niños pequeños a veces no duermen  ni dejan dormir a sus papás, que con santa paciencia no cantan lo de Calamaro sino que se aguantan y al día siguiente son capaces de ir a trabajar. Unos fenómenos, oiga Vd. 

14 comentarios:

  1. ¡Y esa cabrita, made in Cotta!

    Bueno Aurora, bueno.

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  2. La cabrita es para verla, Javier, pero el resto también, los Cotta son cottianos o cottescos por lo que llevo conocido, pero la segunda parte contratante de la segunda parte, o sea, Mirna, también es original e inigualable.

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  3. Qué maravilla, muchas casas como esas harían falta, muchas

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  4. Doy fe de todo. El otro día conocí a la cabra y es como un perrito de cariñosa.
    En esa casa he escrito mis mejores poemas. Obra y gracia de Mirna y Reyvindiko.

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  5. La gente que acoge es siempre muy agradable. Y los Mercuriales también me acogieron ¿eh?, lo de menos es lo que haya en cada casa casi, es el abrirse al otro, con perro, sin él, con cabra o sin ella. Así que fue un viaje redondo, primero la casa de campo y luego los Mercuriales. Tengo mucha suerte, Capitán.

    Cotta, entrenaremos a Kyara que es la peligrosa por el momento. A ver si con los consejos de Cesar Millán la pueden domar, que no creo. Un abrazo.

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  6. Me partía de risa el otro día y hoy me río aún más, y además me quito el sonmbrero con la entrada.

    Un abrazo.

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  7. Muy buena la entrada, Aurora. A Mirna y a su santo... mis respetos por todo lo que cuentas, especialmente por no gritar por las mañanas con cuatro criaturas...y por cocinar por la noche como si fuera el mediodía.

    Un beso, trotamundos

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  8. Opino que es verdad que tienes mucha suerte.
    Y esa tranversalidad, cómo se nota.

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  9. Lo de no gritar por las mañanas lo da la experiencia (porque gritar, hemos gritado los dos): eso de subirse al coche con síntomas preulcerosos y mala conciencia, creo que no es sano. Así que, como nunca me ha servido de nada, mejor no gritar, sólo cuando les hago el "mohtro peludo".
    Lo de abrirse a los demás sí que es sano. Algo así, pero a lo bestia, debe ser el cielo, sin bostezos ni cansancio, y con lágrimas que no son resignadas, sino de alegría.

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  10. ¡Ay, Dios mío! Colorá me has puesto y con los ojos muy brillantes (porque no me he tomado tres copas, que si no...).
    No sabes lo que me alegra que te hayas sentido tan bien en mi casa. Para nosotros es un verdadero placer que vengas, que te integres y que disfrutemos juntos de algo tan sencillo y tan importante como es buena compañía, buen vino y algo que lo acompañe.
    Las lágrimas derramadas juntas, creo que fue el momento estrella. Lágrimas de toro, nada menos, que no de vaca, ni siquiera de cabra. El motivo, da igual; comunión entre mujeres amigas que salieron sin maquillaje de tapeíto.
    Lo hemos pasado muy bien y ya sabes dónde tienes tu casa en el sur.
    Un besazo.

    Pd. lo de los gritos, acuérdate que hice el propósito de no hacerlo más. De todo lo que quise hacer, creo que es lo único que voy cumpliendo.
    Pd. 2 Me encanta la canción. No podría estar mejor elegida. Supongo que te habrás visto tentada por la de "la cabra, la cabra, la .....", pero tu elección ha sido mejor.
    Pd.3 Los mellizos siguen viniéndose a dormir con nosotros.

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  11. Yo no me quito el sombrero, sino el cráneo.
    Muy buena, Aurora.

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  12. Buena gente con buena gente con buena comida... (y una cabra)= buena entrada.
    Estoy acabando de pintar, tolojoro;-)
    Como los chorros del oro me ha quedado la suite, duquesa.
    Abrazos pero sin fuerza.

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  13. Reyvindiko, ¡el mohnstro pelúo! por Dios, sólo de pensarlo me da miedo a mí, y oye, que es que yo ya os he cogido entrenados y como vengo de familia napolitana de las de discusión en el patio pues eso, que me impresiono mucho.

    Hombre, Mirnita, el hada, Babette, más que Babette, oye, qué bárbara ¡cumples los propósitos! Ya me has dejado ko, hacerlos, acordarte de lo que te propusiste... y cumplirlos, la repera... las tres cosas.

    PS: Y qué bien se pasa llorando juntas, a que sí...

    69, digo hoja de roble, en fin, oh, alado mensajero de las hojas del carballo, yo le saludo a Vd. con una reverencia de vuelta, quizás una medida pedagógica era tener una cabra y sentarla en la mesa, en vez del pobre de antaó, cabra al canto... Es por dar ideas.

    Olga, así me gusta, que dejes la suite recién pintada para tus invitados. Quemamos Zaragoza el viernes, ¿eh?, haz el favor de dormir siesta y pintarte los ojos ahumados.

    Venga, buenas noches, mañana más, hoy ya no doy más de mí.

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  14. antaño, que tengo tanto sueño que me como las letras...

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