Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

sábado, 17 de octubre de 2009

La piel que muda (conclusión)



A veces el pie pide tierra. Lo ves en algunas personas mayores, de pueblo, en algunas residencias de ancianos. Llevan zapatillas de abuelo, de esas de cuadros, pero les ves que son de campo, que están habituados a andar no sólo sobre asfalto, sobre tierra. Y cuando pueden, la pisan, aunque sea en una terraza.

A algunos nos pasa igual, el asfalto a veces nos cansa. Necesitamos pisar tierra, el pie nos pide tierra un rato al menos.

Estos días andando han sido una bendición. No sé si nos han hecho para caminar, pero sí sé que andando se pueden ver mejor algunas cosas, te da otro ritmo para mirar un árbol, o un prado, una vid, una montaña. Si hay cuesta te preguntas por qué Dios hizo las cuestas, maldita la falta que hacen, luego te vas entrenando y las aceptas. Y luego resultan ser peores para algunas rodillas y tobillos frágiles las bajadas, mucho más peligrosas, dónde va a parar, te embalas. Prefieres siempre una cuesta arriba, el esfuerzo, que el tener que ir frenando en lo que sea.

En cada ciudad que visito intento ver 2 cosas: el mercado y la estación de autobuses. Es una estupidez como otra cualquiera, pero creo que da idea de tejido real de lo que visito, luego los monumentos, los museos y otras muchas cosas están fenomenal, pero el mercado -qué come la gente, cómo lo venden, cómo lo exponen- da una buena idea, y luego ese "último peldaño" de la movilidad, los autocares, los autobuses, donde viajan los que no pueden hacerlo de otro modo, creo que es importante, dice mucho de una ciudad, de sus habitantes.

Subíamos la cuesta de Viana y nos miraban los vendimiadores, marroquíes que hablaban en francés, quizás alguno no era marroquí, no sé. En Azofra cuidaba de un anciano una rumana. No quedan niños en muchos pueblos. Y eso que la zona visitada de Navarra y La Rioja es de una riqueza impresionante. Pero la piel de mi país, de España, cambia.

Cambia la piel humana, y cambia la piel de terreno geográfico, mucho más lentamente a veces, otras, de modo mucho más rápido, te da miedo, entiendes que en muchos casos tiene que ser así, que no todo se puede conservar, que el tiempo no se puede detener y que gran parte del progreso cconlleva cambios, que hay tomas y dacas difíciles, complicados, personales, sociales y económicos. Lo sé, pero si pudiéramos conservar algo, mucho, de todo, de tanto.

Tenemos un país tan hermoso, tan variado, que veinte kilómetros andando te dan para percibir el cambio. Viana ya no es Estella y Nájera tampoco es Santo Domingo de la Calzada o San Millán o Berceo. La piel muda, el terreno se pliega, se adapta, los cultivos se amoldan, la vegetación, las casas son distintas de un pueblo a otro tantas veces, pequeños cambios, y en treinta km, no más, algo totalmente distinto, hasta el habla cambia.

Me da pena pensar en el país tan hermoso que hemos heredado, con tantísima riqueza de historia, de tradiciones, patrimonial y de naturaleza y el destino que nos aguarda, tan incierto.

Un mundo que agoniza, escribía Delibes. Agonizan muchas cosas, y no por mestizaje, que no pasa nada y está fenomenal, el mestizaje da vida, somos un país de mestizos de un modo u otro, de mezclas, a Dios gracias y siempre.

Es otra cosa, más grave, es mirar hacia arriba y preguntarte quién narices conduce, Dios mío, pero ¿en qué manos estamos?

Es también darte cuenta que en una ciudad como Santo Domingo de la Calzada hay más patrimonio histórico que en toda la provincia de Quebec (lo sé porque viví allí y encima es la provincia con más historia de Canadá) y a la vez miramos hacia otra parte, fascinados no por lo bueno de otros países -que tienen mucho- sino por lo más horroroso de ellos, por lo peor de ellos, lo más zafio, lo más sucio, lo peor. No estoy hablando de ser rancios, pero nos lo dicen los propios extranjeros: sois ricos. Y lo somos. Pero no lo sabemos a veces, lo olvidamos. O lo tenemos como dicen ellos "for granted", we take it for granted. No lo cuidamos lo bastante, no le prestamos el honor debido, suena antiguo pero me es igual. Honor.

En fin, una pena. Estoy contenta, pero triste, la piel muda, todo muda, nada hay constante. ¿Verán algún día mis sobrinos lo que yo he visto, como yo lo he visto en este viaje y en otros que hago a pie o al menos despacio, paso a paso? ¿O quedará sumido de una manera u otra en la pintada del salvaje, en la horda televisiva o del botellón, me es igual, en la incultura general e irrespetuosa ante quien nos da de comer porque es agricultor y le necesitamos, ante quien fabrica con sus manos algo porque es artesano o enseña porque es maestro? Algo pasa cuando hacer algo con tus manos -sacar una patata o hacer una vasija- o enseñar está tan devaluado.

Dios nos coja confesados.

13 comentarios:

Driver dijo...

Miras para arriba y te preguntas ¿quien conduce?.
Esto de los caminos y los conductores, en mi caso, resulta provocador.
...
Conduce el tipo que os ha hecho salir al Camino del tal Santiago.
El chico aquel que levantó un muro de granito en el arranque de una iglesia gótica.
El que trazó la curva de una carretera con un cordel y una estaca.
El que plantó la viña.
El peon caminero que limpia los arcenes.
Manolo, el chaval de la gasolinera.
...
Conduce el jodido conductor.
No le molestemos con nuestros gritos.
En todos los autobuses lo pone:
"No distraer al conductor".
En algunos, en letra pequeña, algún autobusero añade:
"Rézale, chico".
...

Capitán dijo...

Cuánta razón, cuando yo pienso en mi infancia, veranos en Galicia, a mucha distancia de un lugar civilizado, me doy cuenta de cuánto cambia el mundo a nuestro alrededor. A veces es bueno parar y volver atrás.

Ese caminar interior y exterior es lo mejor del Camino de Santiago.

masteatro dijo...

Tienes razón, ojalá seamos poco a poco más conscientes de las maravillas que tenemos al lado y sepamos cuidarlas como es debido.

Máximo Silencio dijo...

Todo muda, por algo dice Dios en el Antiguo Testamento: "Yo soy el que soy", todo lo humano fluye, entra en un letargo, pero como tu has dicho, las cuestas al final se aceptaban... Todo muere irremediablemente.

Llevaba un tiempo sin leerte y he vuelto de los exámenes malditos, me he sentado y recuerdo ahora porque me encanta el mundo de la blogosfera... Espectacular las entradas que me he ido perdiendo... Me alegro que hallas disfrutado del camino.

Un abrazo.

lolo dijo...

También yo prefiero las cuestas y me gustan los mercados.

Tengo la impresión de que las cosas andan despacio, más aún que los pasos que hacen camino. Creo que buscamos instintivamente lo que es auténtico, lo que tiene valor; sea patata, lección o belleza.

Pero vamos andando, paso a paso, aunque a veces paremos e incluso retrocedamos. No sé, no es mi medida con la que hay que medir. Pero confío.

Montse Viver dijo...

Una entrada muy especial, reflexiva, algo desesperanzada, sobretodo hacia el final, "quien conduce, hacia un destino incierto?".
"Algo pasa cuando sacar una patata, hacer vasijas o enseñar, está tan devaluado".
Me encanta leer esas constataciones tan lúcidas, que han ido saliendo al paso de tu caminata por tierras riojanas y navarras. Admiro tu energia para hacerla sin desfallecer.

Gracias por escribir tus impresiones tan directamente, desde
estos caminos de peregrinaje secular.

ReyVindiko dijo...

Esa etiqueta de la ampolla te ha pegado el pesimismo de Quevedo. Lo malo era que su pesimismo era realista y muy acertado. Y creo que esa pérdida que tan bien intuyes no viene acompañada de ninguna ganancia.
En fin, a nosotros también nos encantaría caminar en busca de Santiago. Para ir abriendo boca y hacernos una idea nos fuimos ayer de "manifa" por los madriles.

Máster en nubes dijo...

Driver, guapo, muchas gracias por tu comentario, pero cuando me pregunto quién conduce no es quién gobierna, o sea, es al revés casi ;-) (a largo y a macro optimista, estamos en sus manos, a corto y en cercano -el país- pesimista) En fin, un abrazo, tienes razón, tenía que haberlo dicho de otro modo.

Capitán, a veces "tardas" tres años en volver a un sitio y ya está cambiado. Un abrazo.

Masteatro, un abrazo, gracias. Sí, reconocer lo que se tiene sin ser un chauvinista tiene su aquel.

Antonio, bienvenido tras la ausencia de los exámenes. Gracias por venir y comentar.

Lolo, sí, gracias, los pasos no tienen que ser en línea recta y además uno se cae ¿no? o da dos pa'tras. En fin, seguiremos hoy... (aunque el paso no se dé o se dé mal)

Un beso, Montse, a mí me encanta que vengas pero sí he transmitido desesperanza no lo he hecho bien. Cada vez tengo más, quizás menos fe pero mucha más esperanza, en fin.

David, nos podíamos haber visto, qué pena, qué rabia. En fin, lo dicho, esperanza y fe a largo plazo, a medio menos. Y ya me gustaría andar con tu familia, metafórica y realmente hablando ;-) Un abrazo, a ver si hablo con M.

Gracias y buena semana a todos.

Aurora

Olga Bernad dijo...

No tengas miedo,peregrina, mientras la gente camine y piense algo quedará. El miedo no sirve, sirve la conciencia que guarda y cuida y ama lo que ve.
No se trata de estar despreocupados, al contrario, pero a mí tu texto me produce una cierta alegría más que una desazón, porque esa manera de querer lo que ves se contagia y es buena.
Un beso.

Fcº Javier Barbadillo Salgado dijo...

"Cambia, todo cambia..." que dijo aquél.

Cambia nuestra piel de toro y lo malo es que cambia a una piel de borrego, que no tengo nada contra ellos, pero los borregos...ya se sabe: o van a dónde se les lleva o van a ninguna parte, sin rumbo.

Camina, Aurora, y no mires atrás (¡que te viene de frente un todoterreno a toda leche!)

Máster en nubes dijo...

Olga, gracias por no ver desesperanza, no la hay, pero sí la sensación de que se escapan cosas, en fin. A ver si hablamos, perdón por mi ausencia bloguera estos días. Descansé un poco, trabajé un mucho ;-) y tú en los medios, hala, hala, que estás lanzada al estrellato...

Barbadillo, lo del todoterreno me asusta ¿serás tú esta tarde en el homenaje a Valverde? Espero que no, tienes pinta de paso lento y nada contaminante ;-)
Gracias, a ver si te conozco al fin...

Jesús Cotta Lobato dijo...

Buena idea lo de visitar el mercado y la estación de autobuses. Algo parecido a lo que tú has sentido sentí yo en Santo Domingo de la Calzada. A mí me gusta el mestizaje de los genes, no el de las civilizaciones. Un beso.

Máster en nubes dijo...

Hola, Cotta o Gesú, mira que me reí con lo de tu antepasado.

Pues sí, en Santo Domingo tan bonito, con esa iglesia y sus gallinicas dentro, y todo ese arte... te entra un subidón, pero si ves la barbarie pues reniegas, claro.

A mí me gusta el mestizaje y los ecotonos, que dicen en ecología, donde se juntan dos ecosistemas distintos y hay más biodiversidad, más especies distintas, más.

En fin, un rollo, pero da que pensar. Ayer es que estuve en el Museo de Ciencias Naturales de aquí y todo se pega (menos la belleza, dicen), luego lo cuento, valió la pena...



Un fuerte abrazo, Gesu Cotta (joé, qué longevo y vital su antepasado, no dirá Vd. que no tiene buenos genes)

Aurora