miércoles, 19 de agosto de 2009

Esperando a nuestro Papá, a nuestra Mamá



Vivo en una calle de Madrid donde hay cuatro colegios. Muchos días coincido a la entrada o salida del cole, un verdadero follón de autobuses y, especialmente, coches de papás y mamás. Hay también muchos niños que se suben al 150 con su cuidadora para volver a casa, adolescentes a su bola en manadas o en solitario absortos con su musiquita, lío general, diario y doble, que los vecinos nos tomamos con bastante filosofía y humor. Los niños dan mucha alegría al barrio.

Cuando bajo o subo mi calle a eso de las cinco de la tarde observo que en medio de ese follón monumental hay siempre varios niños o niñas esperando solos a su mamá, a su papá. Muchos de ellos, pequeñitos, están dentro del recinto escolar. Con fe inquebrantable saben que su mamá, su papá, aunque sean unos pelmazos, aparecerán de un momento a otro, vendrán a por ellos.

Como en la película "Los niños del Coro", aunque ahí era más triste. El pobre Pepinot salía a la verja del orfanato a ver si de una vez su papá venía a buscarle. Oye tú, pues que al final viene su papá, es su papá al fin y al cabo el maestro que se lo lleva. Y lloras a moco tendido.

Yo creo que cambiamos muy poco del niño o la niña que fuimos en el colegio. Veo a antiguas compañeras y la verdad creo que en lo básico somos las mismas, exactamente iguales. Por eso es tan difícil mantener una identidad forjada a posteriori tanto con los hermanos como con los amigos de infancia. Jolín, Fulanita, que ahora irás de super mega guay y darás conferencias mundiales sobre el agotamiento del petróleo, pero yo te he visto copiando. Es un decir, pero creo que ilustra.

Hay muchas películas que van de esto. "El chico" con Bruce Willis es una: uno no puede traicionar, engañar, a quién uno fue. Se puede ser aparentemente un triunfador pero en tu fondo queda el gordito que fuiste, el niño solo al que le caneaban y a quien tu vida actual le parece -esa sí, no la otra- una mierda. "No te has casado, no tienes hijos, no tienes perro: eres un fracasado" sentencia el niño que fue Bruce. "Claro que entiendo lo que haces para ganarte la vida: mientes a la gente". Y da igual que Bruce le diga que trabaja como asesor de imagen, el niño sabe de qué va su trabajo realmente. Los niños saben siempre de qué va la vida, de verdad.

Hay otra, que me encanta, porque retrata un tipo de perfil que se da con cierta frecuencia en nuestro competitivo mundo, "El Club del Emperador". Sí, a veces se puede necesitar ganar por goleada en la vida, y más que ganar: que los demás nos vean como ganadores, serlo públicamente y por aclamación popular. Y si hay que hacer trampas, se hacen, pero luego vamos de guay. Hay gente educada para ese tipo de éxito social donde las trampas son celosamente ocultadas. Pero en el fondo somos niños, todos. Hay algo muy infantil en las trampas.

Volviendo al tema de la entrada, que me voy por las ramas.

Esperando a nuestro papá, a mamá. Día duro en el cole. Es posible que estemos solos, que hayamos sufrido, como dicen ahora, acoso escolar. No es posible muchas veces: es seguro. También que la maestra haya sido dura con nosotros. Y que la comida fuera un asco. También que lo hayamos pasado medianamente bien o incluso muy bien. Hay días estupendos en el cole. Hay de todo.

La vida es como un colegio, pero de verdad, es el colegio de verdad, el otro es una imitación. No somos muy distintos a lo que fuimos de niños y el caneo varía, la soledad varía en matices, y la compañía también, pero en lo esencial es igual. Clases, cuatro cosas que hay que aprender -no son nunca muchas- y que a veces nos cuestan, no somos el centro de la atención, porque en nuestra casa podemos serlo pero en el cole somos demasiados para serlo. Siempre hay un caradura, un matón, una cursi, se pasa bien y se pasa mal. Pues eso.

"¿Llevabas mucho tiempo esperando?" "Eres una pelmaza, mamá, siempre haces igual..." La mamá pide mil disculpas, siempre se lían las mamás, más ahora que hay poco tiempo. Se enfurruña el niño. "Venga, que ya verás qué merienda te tengo preparada" Y se nos pasa.

Tenemos mucha suerte los que sabemos que nuestro Papá, nuestra Mamá, siempre vendrán a por nosotros tras ese día duro o menos duro de cole. Da mucho calorcito por dentro tener esa seguridad. Aunque algunos nos digan como a Pepinot que somos huérfanos: no es verdad. ¿Veis como aparece su Papá?

Lo sé, esto ya lo publiqué el 11 de octubre de 2008 cuando vivía en Madrid, pero de nuevo sigo con la novela y no puedo perder el ritmo. Espero que los que lo hayan leído antes me disculpen y los que no, 1ue les guste. Hala, a seguir, sin parar, y perdón por el morro, me lo piso, lo sé.

6 comentarios:

  1. Siempre nos quedará "Los chicos del Coro". Cada vez que la veo descubroun nuevo aspecto de las cualidades del viejo profesor.

    ¿Nos vemos hoy? ¿Aparcarás un poquito la novela?

    Besos

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  2. Pues está bien que "rescates" estos posts... no los había leído y me gustan.

    Suerte, ánimo con la novela.

    Besos

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  3. Nunca me gustó el colegio, y eso que era buen estudiante. Prefiero aprender por libre en la vida, en la otra vida, la de más allá de las clases.

    Nunca hice novillos. Tal vez por eso, ahora soy un prófugo de lo académico.

    Gracias, Aurora, por compartir este ratito de recreo. (Aunque sea repetición de curso, soy alumno nuevo)

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  4. Aurora que razón tienes con este post, menos mal que lo has publicado,pues yo acabo de descubrir tu blog.

    comparto con Fco Javier, el colegio no me gusta para nada, no se aprenden verdaderamente cosas útiles. Aunque la utilidad no lo es todo...

    Yo voy al colegio todavía (a 1º de Bachiller) y soy de esos chavales que esperan a su padre con la fe de que vendran. Tengo un poco de ese Pepinot algo menos trágico.

    Entrada buenísima. Mis aplausos. Y ánimo con esa novela, te leere, eso te lo aseguro

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  5. Fantástica entrada, suerte que se te ha ocurrido "repescarla".
    Gracias Aurora, y buena suerte con tu novela.

    Buena "Fiesta Mayor Pequeña" en Tarragona, y que el agua de San Magín nos ayude a todos a sanar aquello que estuviera insano en nosotros.Amén.

    Un cordial abrazo.

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  6. Sunsi, guapa, siempre nos quedarán las películas, todas, entre otras cosas. Aparcado está todo por unos días, hoy tendremos más tiempo, me gustan las cosas de una en una y las personas también ;-), a veces en grupo, con gente, es más difícil, no se puede estar a todo, pero tiempo habrá ¿no?

    Gracias, Rocío, no te guardo rencor por México, ;-), bueno, un poco sí todavía ja ja

    Javier, creo que te entiendo, y desde luego me das mucha envidia de ser tan autodidacta y de saber tanto de la oreja de oso y otros temas ;-) Me reí el otro día con Dorda cuando me contó "cuando salías juntos", vaya pareja encantadora ellos, por cierto. Un abrazo.

    Antonio, bienvenido al blog, me ha hecho mucha ilusión que una persona tan joven entre, lea y le guste, por Dios, pensaba que era un carcamal escribiendo ;-). Un abrazo fuerte, hay días duros en el cole, en el instituto, luego hay otros buenos, muchíiiiisimos.

    Montse, mano sobre mano voy a estar estos días salvo error u omisión, tumbada al sol, nadando hasta la boya ida y vuelta, a cuerpo de rey en este peculiar hotel donde he desplazado a la "niña" de la casa de su habitación. Voy a ver si me adoptan: saco buenas notas, no salgo por las noches -más que nada porque me quedo dormida-, no sé, ya tienen 3 hijos y no sé cómo veran lo de un cuarto... Qué bonito es esto, qué bien urbanizado ¡y qué gente tan educada en la playa, ni un grito se oye, ni un papel hay! Me retractaré de todas mis palabras dichas y escritas contra las playas en verano... glup...

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