domingo, 31 de enero de 2010

Holmes, Up in the air y Mary Poppins (triplete)


Nada como el cine o la lectura para descansar. Me he aplicado el cuento y en dos días y medio he visto tres películas y he acabado "Hijos de la discordia", una novela de Antonio Carmona Portillo sobre la guerra de la independencia en Málaga, otro día vuelvo a esto último.

Fui a ver "Holmes" animada por Eva L., mi amiga actriz. No me defraudó. Es más, me ha encantado. Y eso que tiene un ritmo demasiado rápido para mí, y que si no estás atenta, te la pierdes. Pero ese Holmes desordenado y caótico, y ese Watson como un pincel me han gustado mucho. De fondo Londres lechoso, encapotado, gris y otras veces siniestro, gótico, fascinante siempre. Una Irene Adler estupenda, impresionante travelling de Holmes siguiéndola. Un malo de los que dan mucho miedo (yo paso miedo con las cosas del diablo, no me gustan nada). Y unos diálogos que dan envidia, unas peleas que harán las delicias de muchos (en mi familia o entre mis amigos a los chicos les gustan mucho las peleas, y a las chicas el amor romántico, somos políticamente incorrectos). Es para disfrutar, la verdad, buen cine en familia, aunque rompe con la idea de Sherlock Holmes tradicional, lo sé. La escena del astillero entre mis favoritas: ese barco que acaba... No, no lo voy a decir. Atención al final en el Parlamento ¿a qué me recuerda eso? Ay, Dios, si es que los políticos..., ninguno, son de fiar... qué actual toda la película, qué cercana... (más allá de Bildberg, es que es todo tan... próximo).

Luego he visto "Up in the air", la elegí para ir con mi madre, 85 años, que no es tan fácil, porque cualquier escena subida de tono la molesta, la violencia también, los tacos también, y si hay mucha acción no la puede seguir, se pierde. Así que me sacrifiqué un montón y fui a ver a George Clooney que está ya muy mayor y no tiene ningún interés (ironía). Fantástica película si no fuera porque lo de los despidos me recuerda a mucha gente y sé lo mal que se pasa. Es una historia muy buena, muy bien contada, ese paralelismo de quien vive en el aire sin ataduras y por eso va de empresa en empresa haciendo el trabajo sucio que otros, cobardes, no quieren hacer. Vale la pena, me parece. Vivan las mochilas llenas, y las maletas, lo que hay en ellas.

Antes, mientras mi madre echaba la siesta, vi "Mary Poppins", que me encanta y no ha perdido su frescura. Según mi madre, ella quería haber sido como ella, ese tipo de mujeres que tienen magia y con quienes los niños se lo pasan fenomenal. Yo, que no he sido madre, me hubiera gustado ser una tía o amiga de madres así, tipo Mary también. Por un lado orden y que no se te suban los niños a la chepa, por otro pasártelo de muerte, entrando en cuadros pintados en el suelo, bailando con pingüinos y elevándote en el aire por la risa. Otra cosa que me encanta de Mary "Yo nunca doy explicaciones". Para tomar nota. Y los banqueros, ay Dios, qué banqueros, de libro...

Resumen del fin de semana por lo que a filmografía se refiere: notable alto. Ahora me toca campo y perra. Mañana espléndida en Madrid. La vida es bella a pesar del paro y otras cosas. Con nuevas fuerzas luego a escribir otra vez, los 200 largos diarios.  

sábado, 30 de enero de 2010

Tell all the Truth, but tell it slant



A raíz de una entrada en la Columna Toscana sobre Emily Dickinson, volví a recordar lo mucho que me gustaba un poema suyo que transcribo y que me ha tenido pensando estos días:

Tell all the Truth, but tell it slant
Success in Circuit lies
Too bright for our infirm Delight
The Truth superb surprise
As lightening to the Children eases
With explanation kind
The Truth must dazzle gradually
Or Every man be blind

Encontré también un par de traducciones al castellano que no me acabaron de gustar. Seguí dando vueltas a la verdad, a ese ir girando sobre ella, al relámpago,  a los niños que somos, al revelar despacio, sin deslumbrar, a nuestro gozo, tan débil, y a la ceguera, a más...

Resuena el poema. Me trae ecos. Uno de ellos tiene que ver con escribir ficción: una pequeña luz con sombras, nunca intentar mostrar todo, ni lo está ni tú podrías, además; un foco sobre lo que siempre será sesgo y ángulo; y luego, de nuevo, la oscuridad, todo queda en penumbras. Quizá como un fotógrafo, como Toi que tanto dice con sus sombras en el libro de Sevilla Ciudad Eterna. Y en el otro de Endesa.

En el silencio, en lo que no dices ni muestras, está lo más verdad de la mentira que es un relato. Es más difícil ocultar a veces que enseñar, y sabes que lo mejor del relato es esa parte que escondes, que acunas con una manta y te niegas a destapar aunque te lo pidan. Negarse a mostrar, a decir, a escribir, es a veces la clave. Te das cuenta que está ahí, en lo que no se dice, en la elipsis o el final abierto, o en ese personaje que parece que no acaba de quedar cerrado, que parece que no lo has trabajado... y te lo sugieren, pero tú no quieres dar explicaciones... Y no las vas a dar.

Prefieres que no quede claro algo o más, un mundo de sombras, nieblas y desdibujamientos, vapor casi, a intención, porque hay algo que odias mucho más que la mentira y es la evidencia.  No puedo soportar la evidencia, me cae fatal, y no por la luz que desprenda. Es que no hay luz en la evidencia, es una falsedad más con pretensiones de verdad, de totalidad. Y no lo soporto, como tampoco puedo con otras grandes palabras, por ejemplo "eternidad" e "infinito" cuando se declinan desde lo terrenal. Me suelen sonar a impostadas, a cursis, a falsas, a pretenciosas, hueco, nada detrás e incluso maldad, simple maldad. En fin, son gustos, nada más, cuestión de piel quizá o de olfato. Todo es parcial.
Creo que la única luz completa, entera y realmente deslumbrante no pertenece a este mundo. Está fuera de él. Por eso, mientras estemos aquí,  todo lo demás, toda luz, por potente que sea, será amortiguada o velada  por la penumbra que nos rodea, y podremos contarla mal o bien, como sugiere la Dickinson. Y en literatura igual, es la vida, otra vida más, una mentira de la verdad o una verdad de la mentira.

Vivir en lo oblicuo, respirar en lo sesgado, desperezarse en silencio, cobijarse en la elipsis y bajo el suave sol de enero, a la sombra de la nube aquella, seguir el hilo sin cerrarlo jamás, volver una y otra vez dando círculos a la verdad, desde mentira, siempre pequeñas ambas, sin mostrar, insinuando, dejar fuera las grandes palabras, los grandes sentimientos y certezas, las grandes verdades, todo eso, fuera, no me interesa.

Insinuar la verdad de la mentira, la mentira de la verdad, ambas niños de pecho, no se les puede poner a la intemperie, siempre tapados, los pobrecicos. Y volver a echar el velo de la cuna, otros velos, muchos, una vez más.

Ya lo dijo uno de los Mercuriales en la tertulia de diciembre, no recuerdo quién era exactamente, lo siento: no, la literatura no es desvelar, es el velo... Hablábamos sobre las películas de terror: da más miedo lo que no ves, que lo que llegas a ver. Hubo pareceres distintos. Pero a mi me aterra lo que no veo, siempre, lo que veo no lo imagino, y lo tengo mucho más bajo mi control. Es lo que no se ve lo que da miedo, no puedes calibrar. Y en amor igual, lo que no se dice o se muestra es lo que es, lo que llega a importar más.

De propina, y por ser sábado, un vídeo que me mandó Mafalda, creo. "My name is not my sky", una joven poeta se echa a llorar, no puede recitar lo que ha escrito. La letra abajo: y es eso, su nombre no es su cielo, ella es mucho más, lo es. Aunque habrá idiotas que le digan lo contrario, la envidia o ese insistente "tú no puedes", la falsa modestia de otros o las acusaciones de propia vanidad, o ese "¿cómo te atreves a llamarte poeta, escritora?...." nunca le faltarán a esta joven, con eso tendrá que contar. Pero eso: su nombre no es su cielo, ellá es y está. 16 añitos tiene. Ese valor hay que tener, y si no se tiene, mejor no estar.



By Amalie Kwassman, Age 16

Inspired by the November '07 Poetry Workshop, "Hands"

My name is not my sky
I am more than what surrounds me
I'll be more than that.
No matter how many times
People try to take my voice away
I'll always fight them back
'Cause I'm still here
And I'm still beating, reading and believing,
With my thunder thighs
And my stolen eyes
While the melting mornings are mourning
Never silent sunrise
And I'm still here
'Cause my name is not my sky
And I'll be more than what I see
More than what surrounds me
And where I come from...
my name is not my sky.
the stars swim closer to the earth so they won’t hear my sky
cry
but I’m still beating, believing, breathing
with thunder thighs
and stolen eyes
while melting mornings are mourning
never silent sunrise.
my name is not my sky.
even if love and being alive
never coincide
alabaster houses will forever collide
with struggling never explicitly stated but always implied
Never ask those who are living if they are breathing
Never ask the broken heart if it is bleeding
Swallowing my edible spring
while waiting for the real thing
of park swings,
spreading my wings
and exchanging wedding rings
still I sing
of the salsa dancer who left me her shoestrings
to dance for her
trembling
lost
just leave the door ajar
and do gymnastics to her guitar
but the witty ramblings of my hips
will never eclipse
all the sadness that exists
in never-parted lips of New York City basements
Narrow hallways
Pushing us farther and farther away
But
My name is not my sky. Anyway.

PS: Gracias a Annemarie / Mafalda que me mandó la transcripción de la primera parte en verde, lo otro estaba en internet incompleto, y la primera parte, como dice ella/él es la mejor. Gracias, guapa/o

jueves, 28 de enero de 2010

Tusitalas en la red (Y 2 de Escrituras, bitácoras y demás)


Siento la tardanza. Es lo malo de leer y preguntar a gente que sabe, no tienes manera de acotar el tema y cerrarlo. En fin, sigamos con el tema ese de literatura en la red, sobre lo cual ya hay mucho escrito, voy a ir enlazando algo, poco.Yo creo que a quien le gusta escribir, contar historias, le basta una servilleta de bar, un oído y, si me apuran, hasta su sola cabeza donde “maquina”. De hecho, ya conozco a más de uno que lo hace así: un pobre papel de servilleta de bar para un poema; un amigo que se inventa un cuento en diez minutos para que se duerma su hijo; una ama de casa muerta de risa pensando en qué hubiera pasado si … llega a casa y lo escribe, etc.


Claro está que luego hay mucho más, lo sé, pero el inicio es ese, luego 200 horas escribiendo o muchas más. Creo, por eso, que internet, las nuevas tecnologías, tienen algo que ofrecer, pero no todo a quien escribe. Algo, mucho: libertad para empezar (aunque antes uno tiene que tenerla), nuevas herramientas para seguir, exposición, llegar a gente sin intermediarios, y también, confusión. Eso, también: por eso creo que hay ir en un poco como dice Sabina en la canción, pasándolo bien e ignorando lo que no vale la pena...

Tiene internet algo que decir a los tusitalas en dos sentidos: a) como soporte y, además, herramienta que puede permitir contar las cosas de otra forma (como ocurre con el cine, la radio, etc.) y b) de modo secundario, pero importante, como apoyo para darse a conocer, como instrumento de marketing o promoción, y, también, de comunicación con el lector, etc. Ambas cosas a veces se mezclan.

Hay gente que está experimentando con lo que respecta a a), es decir, en qué modo un blog (y otros instrumentos afines, similares, sería largo de contar), por ejemplo, te permiten –con todo lo que conlleva, hiperenlaces, música, poner fotos, etc…- contar de otro modo que no puedes contar si escribes en papel, tanto como modo de narrar como en otros aspectos… A mí esto me da un poco de yuyu y sigo pegada al texto “tradicional”, pero quiero aprender, necesito hacerlo. Tengo un par de amigos jóvenes y "alternativos" que me están enseñando, porque ellos ya son maestros y no les “da miedo” (cambio lo que yo sé -poquísimo- … por lo que ellos saben, en ello estamos, no podemos pagar dinero).

Todo eso me interesa mucho, tanto como escribir para televisión, cine o radio. Creo que a quien le gusta escribir y contar historias le apetece a menudo hacerlo de otra forma que no va a ser “en libro en papel –ni incluso electrónico- para que se lea”. Personalmente creo que hoy las historias las cuentan no sólo los escritores de libros, sino los que hacen cine, series de televisión, y, sin duda alguna, los que escriben canciones, los que hacen los vídeos de esas canciones, etc. Si yo pudiera, me encantaría poder hacer todo eso, probarlo al menos, explorar nuevos campos. Me encantan los libros, las novelas y los cuentos, pero creo que no hay que apalancarse en ello y que, por ejemplo, aprender a hacer un monólogo para algo como el club de la comedia, o un texto para un café teatro, o saber “adaptar” algo que has escrito para la radio o hacer ex novo algo para ella, o dejarlo que otros lo hagan y confiar en ellos, si lo que realmente te gusta es contar historias, es una vía importante de crecimiento: atreverse, jugar, explorar, acertar y fallar sin miedo. Al final las historias están en la calle, en una pantalla, en el aire, en una canción, es también donde viven esas historias...

Pero internet, en mi opinión, ha dado más a los contadores de historias, digo más allá de las posibilidades “técnicas” de modos de narrar, que creo, con mis respetos, que son pocos todavía los que se atreven, o quizá yo es que me muevo todavía aquí en un entorno muy tradicional donde el blog es “reflejo” o un pequeño expositor o banquito de pruebas… Esto lo digo porque he echado un vistazo a blogs de escritores consagrados, y en su amplia mayoría son expositores de sus novelas, herramientas de comunicación de su obra … pero no veo mucho de “narración on line”, “on demand” o juegos varios al respecto, más bien veo modalidad B)

El otro día hablaba con un amigo bloguero y escritor que está en la radio y tiene un personaje de ficción allí (también en el blog) que él ha creado: le di la enhorabuena, me encanta ese tipo de cosas, tendría que haber muchas más, por Dios. Se hace radio, y no cuento ya televisión, como hace décadas, no se innova nada o casi nada, digo en el ámbito de narración, no en la basura, y se olvidan cosas, como el teatro radiado o televisado, que eran estupendas. Se puede hacer mucho de lo antiguo y de lo nuevo, sólo hacen falta ganas y gente que entienda que contar historias es importante, bonito, divertido y necesario, algunos ejemplos ya hay en nuevas emisoras. De igual modo el otro día acudí a un recital de poesía: sí, no se ha hecho para leerla solo en una habitación y en silencio, que también, sino para que alguien la recite ¡qué gozada oírla así en una voz irlandesa y apasionada! Pues claro que hay nuevas y antiguas formas de contar historias o de escucharlas... no todo es un libro y alguien leyendo.

Yo leo un blog donde se ha creado un personaje que ha nacido en la red y que es literario a más no poder, para mi es un ejemplo bestial de literatura, me encanta, me apasiona. ¿Es su fin ser publicado alguna vez? Puede que no, y por razones diversas, pero la red ha permitido crear literatura de una manera fantástica, saber que ese personaje tiene lectores, interesan sus andanzas y reflexiones ... de ficción. Que ahora pase al libro o no ese personaje casi es lo de menos, pero tiene ya por delante lo que tiene y se podría avalar ante un editor: todos los que le han leído, comentado, entrado, etc. Algo que, si se hubiera lanzado directamente a la calle, en papel, quizás no los tendría, habría pasado desapercibido posiblemente ante todo lo que se publica cada día en papel, una barbaridad. Así que, curiosamente, porque ha nacido en internet, en parte de una manera mucho más libre, más independiente ... se ha podido hacer un hueco. Y por la calidad, desde luego, le sobra. ¿Quiere dar el salto ahora al papel? Lo tiene a huevo, cuando quiera y como quiera, no tengo ninguna duda. Otra cosa es que el autor no quiera por lo que sea.

Y es que así llegamos a la posibilidad B, esto es, de marketing, comunicación, promoción y “áreas” afines de lo que internet ofrece, un blog en concreto. Supongo que esto va a sonar pragmático, pero me es igual: los blogs ayudan a llegar a las personas; a un editor que se pasa por ahí y puede interesarle lo que escribes y ofrecerte publicar; y, sobre todo, un blog llega a lectores, que se “venden” muy caros. Es el que más caro se vende.

La atención del lector, tener lectores, es el “bien” más escaso y más preciado hoy en día… para un escritor. El lector es el cliente final, no lo es el editor, que es un intermediario importante y a veces imprescindible, como no lo es tampoco otro elemento fundamental que es el librero (no voy a poner aquí todos los datos que tenía al respecto, pero con echar un vistazo se ve qué es lo que va a pasar con ellos).

Y hoy los lectores están muy ocupados leyendo y haciendo 200 cosas, es un caso paradigmático de la “economía de la atención”: que te dediquen 10 minutos a leer es un milagro, comenten o no comenten, casi es lo de menos. Que sigan un relato no un día, varios, puede demostrar algo: que interesa lo que cuentas. Que vuelvan un día tras otros, que te digan quiénes son, su edad quizá, su perfil… te va dando información muy valiosa. ¿Al que escribe esto le preocupa? Pues asumo que depende, a mí me interesa. Y me interesa porque sé que aunque sin lectores haya escritura –que es independiente, se escribe porque se quiere, no podrías dejar de escribir aunque quisieras- la lectura de otros es muy gratificante, te da ánimos para seguir adelante. Y aunque no orientes tu escritura jamás en el sentido de ser complaciente, -para eso hay que ser de otra manera- sabes que él o ella están ahí y se merecen algo bueno, en tu medida, claro, pero bueno. Se merecen lo mejor que tú puedes dar.

¿Escribir para el blog o fuera? Supongo que hay escuelas y todas son buenas. Creo que los lectores del blog se merecen pasárselo bien y que tengan cosas que son para ellos, que no son un banquito de pruebas y que “lo bueno” lo vas a publicar fuera … dejándoles a ellos con “las sobras” o lo que no has currado o te gusta menos. Pero me parece respetable todo, faltaría más. Es cierto que cosa que cuelgas, cosa que luego no se puede (teóricamente) publicar; pero en mi opinión, que me equivoco seguro, creo que es bueno mostrar de una manera abierta, sin miedo, y de un modo en cierta medida derrochador, como si te sobraran los textos ;-),  parte de lo que tú puedes hacer, lo que estás también aprendiendo. Te nace hacerlo. Te lo pasas tan bien haciéndolo... que quieres compartirlo, no hay más. Te expones, claro, pero no a lo tonto: registras todo y, también, como ésta es una plaza pública, eliges, si quieres, cómo quieres estar y con quiénes te tomas una copa, no es obligatorio nada (trolles y mala leche de color ya verde, se ignoran siempre: a la basura directamente, al fin y al cabo el blog propio es tu casa y no vas a permitir que te suelten un escupitajo verde).

Creo que el blog es expositor parcial de algo, y es una herramienta estupenda para apoyar un futuro libro en papel, y otras publicaciones, también a alguien que empieza o se consolida escribiendo, hay de todo. Creo también que tiene “vida” independiente y, si lo sabes manejar, puede ser un lugar estupendo de diversión y crecimiento, de inicial contacto con gente, en mi opinión sabiendo también que la vida está fuera de una bitácora, siempre. A mi lo virtual me gusta hasta un punto, la verdad.

Tema del libro electrónico: creo que va a ser el futuro y, de hecho, acabo de hablar con una agente que no entendía que alguien nóvel y sin publicar nada todavía en papel no vaya a negociar nada que no incluya eso, los derechos electrónicos. "Y esto ¿por qué? ¿No quieres ver en papel las cosas? ¿No son tu máxima aspiración?" En absoluto. Idea clara: salvo que seas Dan Brown o alguien clásico de toda la vida, un libro, con una buena promoción, de las buenas, buenas (y distribución, ya eso ni menciono, pero en fin,...) dura, como mucho, un mes en novedades. Y eso, con suerte. Luego pasa a otra vida, ni siquiera a un estante a veces en la librería. Se acabó la historia prácticamente. Ir a una librería y ver lo que hay... y lo rápido que se mueve el stock, lo que devuelven, etc... es una cura de humildad estupenda, pero también da idea de que "sólo ahí" no puede ser, a mi me parece. Y no hay que empeñarse a jugar a un solo caballo, jamás. Los huevos siempre repartidos.

He pedido libros de amigos en librerías y otros que ellos me recomiendan... y me han tardado mucho en traerlos. Y me dicen amigas, oye “el libro ese de Cotta no lo conseguimos” (es un caso cualquiera, hay otros muchos). Yo pido a Amazon.uk algo y lo tengo en 3 días, y pido algo aquí a una librería española y me tardan a veces 10 o más, o ni lo encuentran. El libro electrónico TIENE que ser una posibilidad precisamente porque FACILITA la vida al lector, que compra a veces por prescripción de otros, nada más efectivo que el boca a boca, especialmente si eres pequeño o empiezas. Y muchos lectores somos impacientes y si no lo encontramos, nos ponemos a otra cosa... Se compra también por impulso, y los impulsos cambian. En general el mercado editorial es un mercado “long tail” (la lectura del libro en cuestión es fundamental para entender esto): muchos pequeños. Hacer la vida fácil a los 300 lectores que puedes llegar a tener… (no muchos más) es fundamental. Y poderse bajar el libro pagando algo fundamental. Yo hago ya casi todo por internet: alquilo casa, pago al banco, etc. Y compro de todo, hasta los congelados. Naturalmente, junto a la edición electrónica, es fundamental la posibilidad de que en papel yo lo pueda adquirir directamente al editor sin retrasos ni que me den la vara en exceso. Economía de la atención y de la velocidad: la gente no tiene tiempo para que les liemos con 3 gestiones más que añadir a las muchas que ya hacen cada día, están para que se lo pongamos lo más fácil posible si les interesa lo más mínimo leer lo que escribimos.

He leído con atención un libro que recomiendo a quien le interese “Marketing para escritores” de Neus Arqués (está en Alba, donde están también manuales sobre escritura muy buenos). Escribir es una gozada, se pasa bien, que te publiquen “en papel” es la caraba. Pero no todo se acaba ahí, ahí es donde empieza otra historia que no hay que olvidar, otros deberes que hay que hacer. Y hay muchas velocidades en las que trabajar, muchos campos, o tú te colocas con tu obra a su lado… defendiéndola, vendiéndola, intentando que se lea… o es una labor que, salvo que estés consagrado y seas muy famoso, nadie va a hacer por ti. Llámalo vanidad o lo que sea: da igual. Los blogs ayudan a ello, y no es un desdoro. Porque detrás de muchos hay mucho trabajo de escritura constante, día a día, palmo a palmo, aprendiendo, equivocándose y volviéndolo a intentar, y casi todo en abierto, sin miedo, con un par... Un camino, que sin olvidar otros, también cuenta. Y lo veremos.

martes, 26 de enero de 2010

Un tipo serio (Job según los Coen)



Fui hace dos semanas, un domingo, a ver la última película de los Coen , “Un tipo serio”. Empezaba a nevar en Madrid aquel día. Al salir del cine nos encontramos con una ciudad paralizada, blanco por todas partes, coches que se chocaban, nuestra cena en el mexicano, picante y cócteles, nos calentó un rato el estómago afortunadamente hasta que pudimos llegar a casa.

Me gustó mucho la película, como a Yolanda. A Vasiliki yo creo que tambien le gustó. En cambio, a nuestro amigo Álvaro no le hizo especial ilusión, y eso que, por razones diversas, conoce mejor y más de cerca lo judío. “Te reías mucho, se te oía en toda la sala” me dijo al salir. Nos tuvimos que sentar separados, él y Yolanda detrás, Vasiliki y yo juntas y mucho más delante.

“Es que esa visita de rabino en rabino, cada vez más altos en la escala, buscando una explicación, me hace mucha gracia…” le contesté. No lo entendió, o quizá yo no me expliqué bien, me pasa.

“Y tú ¿podrías dar tú una respuesta mejor que la de los rabinos al pobre hombre, a todo lo que le ocurre…?” me preguntó Álvaro.

“En absoluto” le contesté… “… y precisamente por eso, porque no puedo, porque no sé, y me parecería una aspiración en gran medida vana me he reído tanto. No es que no haya respuesta, es que no somos capaces de contestar de una manera simple al sufrimiento, al dolor, a los desastres, muchos, si somos medianamente honrados, o yo, por lo menos, no puedo…”

Tengo admiración por lo judío, es un tema de educación, me encantaba la historia sagrada como me apasiona la Biblia, el libro por antonomasia. Bueno, no, el libro por antonomasia es la vida. Creo que somos herederos en muchas cosas, culturalmente, de ellos. De los Coen hay películas que me gustan y otras que no me gustan nada, pero ésta, profundamente judía, devastadoramente judía, podríamos decir –hay otras formas, creo, de ser judío- me ha encantado.

Empieza con un cuento de un rabino que visita a una pareja de judíos rusos, con la posible presencia del diablo de fondo, el propio rabino o la mujer quizá ... Me acordaba de esos cuadros de Chagall, de muchas otras cosas. El abuelo paterno de Álvaro era ruso judío, no les dio educación judía a sus hijos precisamente como un modo de evitar los horrores que él había visto, antes de huir a Argentina.

Tras ese cuento, sorprendente, (casi oyes tocar el violín encima del tejado), pasamos a los años 60, Estados Unidos, un pobre hombre, profesor de universidad, padre de dos hijos, con un hermano apalancado en su casa que es un desastre. Bueno, todo es realmente un desastre, y cada vez peor: su mujer quiere divorciarse pero en "limpio", por la regla judía, sus hijos pasan de él, y él, además, tiene un dilema moral fuerte, acaba de suspender a un alumno oriental que no se merece el aprobado y quiere luego sobornarle. Su situación se tensa, se tensa y se tensa, sólo le falta ataque de aborígenes, que diría mi padre q.e.p.d. Porque además, y esto es de lo que más me ha gustado, el amante o novio de su mujer, el aspirante a nuevo marido, es el clásico “no te pongas así, hombre, tú tranquilo”, o sea, va de bueno y es un sinvergüenza. Para matarlo. También tiene un vecino que va de caza con su hijo y que le está invadiendo el jardín, poco a poco, y que bien podría cazar judíos en vez de ciervos. Y una vecina que toma el sol desnuda, la tentación permanente y a la vez repugnante. Algunos pecados a veces ni siquiera apetecen nada.

Hablé con un amigo crítico de cine del que siempre me fío y me dijo “Es desoladora la película, es terrible…” Le dije que sí, que tenía razón seguramente. Pero es que la vida es así a veces. Y prefiero que me la cuenten así, con humor y de una manera decente. Ya pondré yo la esperanza y la alegría como buenamente pueda, pero mentiras, no, explicaciones simples tampoco, ingenuidades, las menos.

Me ha gustado mucho “Un tipo serio”, es la historia de Job de nuevo, pero sin esperanza final, lo sé. Hay muchos Job hoy, en la historia universal y actual, me he acordado de muchos amigos y conocidos, que no llegan a renegar de la fe, la que sea, en Dios, en ellos mismos, en otras personas a veces, pero que indagan y se preguntan, que dudan también y cambian la nota de un alumno porque realmente ya no pueden más. Y uno lo entiende, vaya que si lo entiende y se reconoce también en ese profesor a punto de borrar la F y poner un C- harto ya de todo.

A mí Job me gusta mucho. La historia de la humanidad es la de Job, me parece. Pero es también en cierta medida la del propio Dios, también lo creo. De un modo extraño lo es, con esperanza en el caso del último.

PS: Canta Bob Dylan... "¿cuántas veces...?" y "la respuesta está en el viento...", curioso. De tan encima, de tan dentro, no es evidente, como el viento, está sin que se pueda explicar nada, o muy poco.

domingo, 24 de enero de 2010

La mirada de Ouka Leele (y la de Rafael Gordon) (Suave vértigo)



Por razones que no vienen al caso, y a través de Eva L., amiga del alma, he conocido a Ouka Leele, Barbara Allende Gil de Biedma, a través del director de cine Rafael Gordon, quien acaba de hacer una película sobre ella titulada “La mirada de Ouka Leele” nominada para los Goya en la categoría de mejor documental. Conocí a Rafael hace ya unos años, se acordaba de mí todavía, así que fue fácil conseguir que me diera el teléfono de Ouka Leele. Había visto de Gordon otra película suya, “La reina Isabel en persona” que me gustó mucho en su día, ajena a cualquier tópico, defensa o ataque, o sea, una película sabia para empezar, luego mucho más, muchísimo mas. En cambio, no he visto “Teresa, Teresa” sobre Santa Teresa de Jesús, con la misma Isabel Ordaz y con Assumpta Serna, otra maravilla seguro. Ya habrá ocasión, porque Rafael tiene una manera de mirar y contar a las mujeres –entre otras cosas- que apasiona e interesa: nada al uso, nada complaciente, suavidad y fuerza al contar, tiempo, profundidad y ganas, sencillez –qué importante-, y ligereza también del que sabe decir y nos hace mirar porque él mismo ha leído y mirado mucho, muchísimo. Y va despacio, eso lo primero.

Con música de Eva Gancedo, que hizo también la banda sonora de “La buena estrella” de Ricardo Franco, una de las cintas que a mí más me han emocionado del reciente cine español (que a veces me deja indiferente), bajo la dirección de fotografía y cámara de Julio Madurga, uno de los mejores, ya fallecido (de hecho, en mitad de este rodaje), la película de Gordon sobre Ouka Leele se ha tardado seis años en hacer. Le hice la broma a Rafael de compararle con Nómadas del viento, que también llevó su tiempo hacerla, quizá acerté: todo debiera ser como un pájaro que crece, al que hay que acostumbrar a tu presencia para que te deje estar a su lado y luego grabar mientras él vuela, "impregnación" que dicen, creo, los etólogos.

Primera lección importante: no hay prisa para nada, algunas cosas llevan su tiempo, mucho, una lección que cuesta aprender a veces, imprescindible para la vida y el arte.

Yo conocía de Ouka Leele digamos que lo que mucha gente conoce. Era un personaje emblemático de lo que se llamó movida madrileña, tenía la idea falsa, como ella explica en otra parte, de que fue “la fotógrafa” de ella, con esas fotografías coloreadas, tan distintivas suyas, entre ingenuas e inquietantes, aquella serie divertidísima de Peluquería, la foto aquella de la Cibeles con la leyenda de la diosa que hizo en los 80 y que paralizó la plaza, etc. Sabía que su nombre artístico lo tomó de un cuadro del Hortelano, y sabía también que pintaba y que era una artista que tocaba varios palos. Ahora sé también que escribe poesía ("Este libro arde entre mis manos", Huerga y Fierro 2009;  "De la embriaguez desnuda", Sial/Contrapunto, 2009), que recientemente tuvo a su cargo las serigrafías del libro sobre el Cantar de los Cantares con poemas de Luis Alberto Cuenca (premio de Bibliofilia del 2003). En fin, ahora conozco algo más sobre ella. Su biografía “Ese lugar cuando justo da el sol” (escrita por J.D. Álvarez, Neverland Ediciones) es preciosa, como lo son sus poemas y otras obras suyas que he visto recientemente.

Quizá de las cosas más importantes es que Ouka Leele vive el instante. Como ella dice, y muchos saben, es lo único que tenemos, quizá por eso la fotografía es tan interesante: fogonazos de ese ya que se pasa en un abrir y cerrar de ojos, otro ya seguido de otro, y otro, y otro, y otro. Y junto a ese instante, ese ya, un trabajo sin parar, y una mirada hacia fuera y mucho hacia dentro, constante, cierta soledad posiblemente, seguridad interna pese a las dudas, luz siempre con penumbras, que no faltan éstas nunca. Iba a decir que no falten, es un deseo casi, sin ellas no puede haber luz.

El documental de Gordon sobre Ouka Leele no es un documental al uso, aunque y me doy cuenta de que casi todo hoy, cualquier formato o cualquier nombre a veces acoge mil variedades distintas, ecotonos, mestizajes muy interesantes, como las personas también, que se escapan de las cómodas etiquetas. Al hilo de un mural enorme (240 metros) que le ofrecen pintar en Ceutí, Murcia, Ouka Leele cuenta su vida, su obra. Se entrevista Bárbara tímidamente a veces a sí misma, explica su infancia en Madrid, pero también en el campo, en el bosque, qué es la muerte para ella (“la gran maestra”), la enfermedad (entre las cenizas, tesoros que rescatar), qué es lo espiritual o, mejor dicho, porqué lo espiritual es importante, vital, esencial, clave, no un barniz frívolo, sino el fondo, lo constante. Su hija pasea en bicicleta mientras ella pinta “El jardín metafísico”. También le pone una diadema de hojas en la cabeza mientras su madre le cuenta de su infancia, una de las escenas más tiernas. Desde luego que el mural es meta-físico, qué cansancio y qué dedicación, madre mía.

Me ha tocado la película que han vuelto a pasar en el Cinestudio Magallanes. Prefiero la pantalla grande a la del televisor de mi madre -yo no tengo televisión-. Me dejó Eva la película en vídeo y la vi, pero pierde en ese tamaño. Les ha gustado mucho también a los amigos a quienes he llevado a verla. A la salida comimos en un  mega restaurante de esos de mesas continuas donde te dan un buffet por un precio fijo bajo, que cambia en función de la hora y el día: estupenda mezcla, la maravilla que acabábamos de ver con ese Madrid que come lo que puede, porque hay crisis, un lugar, el Sigald para escribir 200 historias que salen al encuentro en esta ciudad donde la pobreza se nota (otra maestra es la pobreza, dice Ouka Leele en otra parte).

Ese mural que Bárbara Allende se pone a pintar subida a un andamio da un vértigo enorme, impresiona.

Vértigo por la altura, simplemente por un tema físico, es estar muy alto y hay que tener, además, fuerza, resistencia, para poder pintarlo, hay que tener brazos, aguantar el mediodía, las horas. Y Ouka Leele no es una mujer así que digamos muy grande, pues ahí que la ves: resistiendo como una jabata.

Vértigo por las dimensiones: pasar de una escala a otra, en cualquier arte, es complicado, es un tema de perspectiva, que la puedes perder en cuanto te descuidas, me parece.

Vértigo también en otro sentido: estar expuesta a cualquiera que pasaba por allí y le decía “hoy no me gusta lo que pintas” … o lo primero que se les ocurría. Me lo contó la propia Ouka Leele con sencillez y espontaneidad, sin darle importancia.

En fin, muy expuesta ha estado, una gran lección: exponerse, pero hacer lo que se siente; hacerse aparentemente más vulnerable, y, a la vez, seguir fuerte, firme con lo que quieres y sabes que tienes que hacer, sin que realmente el resto cuente, aunque siempre cuente, claro. Tú, a lo tuyo. Gracias, Ouka Leele, por el ejemplo, voy a hacerlo mío, muchas gracias.

Suave vértigo, Bárbara, eso deben de sentir quizá algunos artistas. Qué bien que te hayan mirado unos ojos como los de Rafael Gordon y te haya contado a su manera. Está claro que todos vemos y podemos contar, eso es ser persona también. Pero hay miradas y cuentos que nos tocan por dentro más, a los que vemos o leermos. Por eso ¡qué bonito poder elegir lo que quieres leer y ver, hay tantas cosas! Y qué fácil es, realmente no hace falta más: cada persona, al mirar o leer, al dedicar su tiempo a una imagen o un texto... y volver otra vez a leer o a mirar, dice algo importante: le interesa. Si no fuera así, ¡qué gracia!, ni volverían, ni prestarían atención. Es así todo realmente mucho más simple de lo que parece. Y con todo, como Rafael Gordon y otros lo enseñan, es también a veces lo de menos: el éxito de "ventas" o la aceptación popular... llámalo zeta, sobran. Y no por vanidad, es que es otra cosa, simplemente con hacer lo que quieres hacer, es ya mucho y se disfruta tanto.

Dicho todo lo cual, espero que les den el Goya al mejor documental, lo espero. Y voy a hacer, en la medida en que yo puedo, soy una hormiga, nada, todo lo posible que esté en mi mano. Porque todo cuenta, creo.

Y qué bonita la canción de Ricardo Franco "Alguna isla desierta" (una letra que dice tanto..."ser torpe no me obliga a ser cobarde...") que canta Inma Serrano y cuya música es de esa otra grande, Eva Gancedo. Vaya plantel, qué gozada de película.

sábado, 9 de enero de 2010

De escrituras, bitácoras y demás (I)


A raíz de una interesante entrada de JM Ridao sobre Blogs y literatura me quedé pensando un poco sobre el tema. Soy una recién llegada al mundo de los blogs. Sólo llevo desde septiembre del 2008, menos de 400 entradas, cerca de 70 entre éstas, más o menos, las he publicado y vuelto a guardar. Menos todavía sé de la escritura de ficción, empecé en marzo de 2009. Precisamente esas 70 entradas digamos que “reservadas” son la mayoría de ficción. Por eso las he vuelto guardar: hay cosas que se inician aquí y luego las haces crecer fuera, te das cuenta (y te aconsejan) que deben hacerse crecer off line, corregirse en su caso, no sé, fundirse en otros proyectos en su caso.

Pero en fin, aún a riesgo de equivocarme por mi corta experiencia, me gustaría poner en una entrada, quizá en dos, lo que pienso al respecto. Es posible que haya un interesante debate con gente diversa que lleva mucho más tiempo o menos, que escribe desde hace muchos años y que ha publicado o no, da igual. Supongo que hay gente que sabe de todo esto mucho más que yo, seguro.

A ver, para empezar creo que una bitácora es aquello que su autor quiere hacer con ella, más o menos, claro. O sea, se presta para lo que tú quieres y, lógicamente, en la medida en que los lectores, o en su caso comentaristas, colaboren en ello, entren o no en lo que tú buscas etc. Como en muchas cosas en la vida, creo que uno acaba teniendo aquello que en el fondo busca, me parece. Tengo esa sensación. O una combinación de cosas, también eso pasa. Hay sitios que sirven para tomarse un vino y para escuchar jazz, para ligar y para llevarse a un par de amigas también, hasta para ir un día a las 12 a tomarse un café con tu señora madre, para trabajar tú sola con el ordenador; las bítácoras son lo que cada uno quiere que sean... como los buenos bares y cafés...  Hay blogs de entrada semanal o ni siquiera eso, mensual, unos con fotos, otros sin ella, con música, sin ella, en fin, mil modalidades. Y todo tiene su razón, o no la tiene, o su intención, o no, se hace sin pensar. Y se mantienen o no en el tiempo. El mantenimiento en el tiempo creo que es importante y significativo. Hay tantas razones para abrir un blog y mantenerlo, esto último mucho más difícil, por cierto, como personas que tienen bitácoras. Y de hecho, las razones cambian también, y aquello que podías tomarse como un entretenimiento al principio puede pasar a ser una herramienta, un poner, de comprobar si algo de lo que escribes -especialmente si escribes ficción, no ficción, o tocas varios registros- puede interesar a alguien más allá de tus amigos, de que comenten o no comenten, del círculo habitual en el que te mueves. Mañana insistiré sobre ello, pero las bitácoras creo yo que te permiten llegar más rápido y a gente totalmente desconocida, es estupendo, para escribir y para lo que no es escribir, desde luego.

Como la vida, los blogs cambian, evolucionan, empiezan siendo una cosa y pueden acabar siendo otra sin proponértelo. A veces sin buscar se encuentran cosas inesperadas y estupendas. A mí eso me encanta: sin proponerte nada, sin empeñarte más allá que en escribir, a veces tienes sorpresas muy buenas en la vida, como la edición, por ejemplo. Sin pedirlo siquiera ni conocer a nadie. Otra cosa es que cuando eso llega de pura chiripa, de pura casualidad, -bien lo sé- tú quieras poner todo de tu parte, todo, para responder a esa buena suerte que has tenido, y para responder mejor también no sólo a la suerte, que existe, sino a personas concretas a las que se lo agradecerás siempre. Y para responder a ti misma para empezar: porque te han brindado una oportunidad y tú vas a hacer todo lo posible por no dejarla escapar, en ningún sentido y aprovechar todo lo que te puede traer (publicar no es el fin, lo voy a decir 200 veces: que te lean es lo que importa, me gusta el libro pero el que me gusta más es el lector, la lectora). Siempre a por todas por principio, pero si encima ya tienes suerte, alguien te da una oportunidad, tú vas a intentar dar el 100 por 1.

Lo de la literatura yo es que estoy un poco perdida, porque acabo de empezar prácticamente a escribir ficción (ensayo llevo más tiempo), aunque me encanta y le estoy echando horas, entusiasmo y seguro que la ingenuidad del principiante desde hace 8 meses, algo que hará sonreir a muchos. Pero no sé, tengo la sensación de que quizá un blog pueda servir de algo. Es posible que sea de una inocencia total en esto, a veces exploras cosas y luego ves el sentido, a posteriori totalmente, sin saber, acertabas… o te equivocabas también. Te embalas, te gusta algo, le dedicas horas sin saber muy bien por qué, sin un propósito claro, y luego la vida te sale por dónde menos te la esperas cuando has creado músculo, masa de escritura, cuando te has entrenado 200 largos todos los santos días o muchos. Así pasa a muchas personas que yo conozco: llevan muchos años y de repente, zas. Se lo merecen. No es suerte en su caso, es que realmente tienen muchísimo detrás, pero mucho, me parece. Y lo hicieron porque sí: sin encomendarse ni a Dios ni al diablo, porque les nacía, porque era una necesidad, por lo que fuera. Pero sin editor siempre.

Soy una lectora media, es decir, no una buena lectora como veo que hay mucha gente. No obstante tengo la sensación de que al final el escribir ficción tiene diversos niveles. Hay uno que es el de la satisfacción personal de poder crear una trama, personajes, poderse enfrentar a ello y salir más o menos airoso, avanzar en su caso, equivocarse seguro. Sin equivocarme yo desde luego no sé hacer nada. Crecer, aprender, divertirse, pasarlo mal… y fenomenal… ampliar escala: aunque un cuento no es una escala menor, ni mucho menos, creo que pasar del texto de 1, 2, 10 páginas a las 150 de una novela, pongo por caso, exige mucho. Mucho mentalmente: del tiempo dedicado a escribir creo, o al menos es mi caso, un 40% piensas, no escribes. Mucho en otro sentido: documentarse en su caso, que a veces lleva un montón. Luego escribir, 2 o hasta 12 horas diarias, las que se pueden. Luego dormirlo. Asumo que hay escuelas, pero creo que es bueno tras dedicar mucho tiempo a todo lo anterior, que las cosas pasen como a un congelador (este consejo me lo dio Suso Ares) y luego volver a leerlo y a corregirlo, no corregir en caliente en general porque te puedes enrocar (en esto me ha insistido José Julio Perlado). Todo esto ya tiene un valor. Para mí lo tiene. Te lo pasas tan bien en ese proceso, a veces tan mal (no duermes en su caso, estás en babia, no acabas de ver algo hasta que lo ves… etc.) que sabes en muchos casos que con esa satisfacción te basta a menudo. A mí me basta. Lo que no significa que no quiera más. Como querer, yo lo quiero todo y, sobre todo, corresponder cuando se confía en mí. Y toda lectura es un acto de confianza de alguien en ti.

A diferencia de otras personas, para mí sí tiene un valor ponerse a escribir sin editor, a la buena de Dios, jugándote para empezar mucho tiempo con un ROI inexistente. No sé, supongo que como ya he dicho antes hay personas a las que les divierte el reto, aunque fracases, o que tienen más tiempo, o lo que sea. En cualquier caso creo que la posición del que no se pone a escribir sin editor es defendible y buena, faltaría más, cada uno sabrá. Pero escribir sin saber si te van a publicar tiene su aquel, su intriga, su perder y su ganar, es apasionante porque es un juego-juego. Personalmente creo que sin algo detrás hecho, currado, es muy difícil (salvo que ya hayas publicado antes o seas un personaje mediático, conocido) que alguien te edite, la verdad. La suerte existe, claro. Pero insisto, como la inspiración ... que te pille trabajando ... y que sigas trabajando como un animal cuando llega: si te duermes, pasa de largo.

Pero no es del todo así tampoco. Escribir tiene un sentido en sí como creo que he explicado independiente de que te publiquen… pero tiene otro que yo precisamente he descubierto en el blog y para eso pueden servir los blogs, creo, me parece: el lector. El lector es el “cliente final” –siento utilizar esta palabra- o, con perdón, el que importa más, siempre que uno sea fiel a lo que es, se esfuerce, quiera dar lo mejor que puede dar, me parece. Por eso: por el lector, no por quedar bien o mal, no por exhibirse, porque él, ella, se lo merece. El o ella que dedica 10 minutos o los que sean a leer lo que escribes se merece que te lo curres a muerte. Es ese a muerte, y no el de publicar, el que importa. Si tienes lectores, tendrás editor o ya se verá.

Personalmente creo mucho en el libro electrónico y otras formas, mañana lo explicaré con pelos y señales. Quien tiene lectores sabe que aquello que escribe interesa. Hombre, claro, no es un tema de lectores un día, es un tema de número de páginas visitadas en un día, en una semana, etc. , número de lectores totales, nuevos y recurrentes, cuánto tiempo está cada visita, etc. Cuando uno coloca algo en el blog incómodo de leer a menudo porque es demasiado largo, o encima hay que leer un día tras otro para enterarse, pongo por caso, y ve que se lee … te entra una emoción grande. ¿Vanidad? Posiblemente, toda escritura puede ser una forma de vanidad, pero también esa satisfacción de ver simplemente que aquello llega a interesar. Eso es lo que a mí me importa: que interese, que guste, que alguien se lo pase bien leyendo.

Porque nadie vuelve a leer si aquello no le interesa algo. Y porque una sabe que hay 200 cosas mejor que hacer que leer un blog: leer a los grandes y de verdad, estar con tu mujer o tu marido, con tus hijos, haciendo la cena, tumbada, escribir tu propio blog o lo que sea, irte al cine o hacer punto, preparar el IVA, etc. Por eso cada lector, cada lectura, es un tesoro siempre, el mayor tesoro. El lector, no el editor, ni tampoco el libro de papel, es el fin de la escritura, no el único, claro. La escritura se hace en sí misma, pero la lectura de otro de lo que tú escribes es la que te dice algo, no todo, por supuesto. Por eso creo, aunque seguro que me equivoco en esto, que los blogs pueden ayudar algo a escribir ficción. Mañana sigo. No quiero ser pelmaza. Y lo soy.

Incumplo todas las reglas de la ortodoxia bloguera, de lo que dicen que hay que hacer. Y me encanta. Cada vez me gusta más ser incorrecta y curranta.

PS: Acabo de ver en el Cultural del ABC de hoy un interesante artículo sobre literatura e internet. Qué bien, así lo puedo leer antes de acabar la segunda entrada que he preparado pensando estos días (y leyendo, ya daré los libros sobre Internet y literatura, marketing de escritores on line y off line, en fin, unos 5 libros que he leído estos últimos meses y quizá interesen, es posible, algunos no son españoles, son americanos). Estoy aprendiendo a escribir ficción poco a poco y, de paso, a entender un contexto (no quiero poner mercado, va de retro, Satanás), una "industria" -un nombre todavía peor, qué horror-, lo que sea ... que yo no conocía, pero que tiene su aquel. Es muy interesante. Y está cambiando. Hay ecotonos, mezclas, huecos, oportunidades ...