Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Sin prisas, un lento


Las prisas no son buenas. Hay que tomarse tiempo. Quiero aprender, nunca es tarde.

La olla express es estupenda, pero a veces el cocido debe hacerse en barro toda la mañana. Sabe luego mejor.

Cocinar como nuestras abuelas cuando hay tiempo. No hace falta el pitido de la olla que te avisa que hay que bajar el fuego. Lo dejas haciéndose durante horas a fuego lento y en cazuela de barro.

Hacer menos cosas, quizás mejor. Ir a lo esencial, apartar hojarasca. No entrar en el ritmo ni en la dinámica que te impone nadie, porque nadie puede hacerlo.

Comí ayer con Natalia. Nos reímos por lo rápido que ando. Transmite paz. La niña en su interior flotando como un astronauta, nueve meses creciendo, lento, poco a poco.

Que pongan un lento, por favor, que es tiempo de un baile lento. Un clásico de la Motown.

Tranquilidad y buenos alimentos, decimos en mi casa. Las dos cosas. Con buena compañía, que nunca falte.

Y nunca falta.

Día soleado precioso, un poco de viento frío sí sopla.

El pelo de Olimpia por toda la casa, hay casi remolinos. Tendré que pasar el aspirador esta tarde, esto sí que es importante: limpiar.

Me llama una amiga y se lo agradezco: tranquila, todo va bien.

He acabado algo que me ha costado más tiempo del que pensé en principio.

Calculo a veces mal, soy demasiado optimista en la dedicación de horas. Pero ya he podido dar carpetazo, gracias a Dios.

Tiempo, también espacio, y sabes ya qué hacer.

Contemplar desde la distancia hace ver más claro. Tan encima estoy a veces, tan rápido voy, que me falta perspectiva. Incluso para escuchar mi intuición, al corazón, tengo que ir más lento.

Y ahora a pasear con Olimpia y con el vecino.

Hemos quedado con nuestros respectivos perros, ambos grandes y negros, inspiran miedo salvo a sus amos.

Da gusto tener a personas que te echan un ojo, saber que alguien está al otro lado de la verja trabajando como tú. Cada uno en lo suyo.

Y el colirrojo tizón que me visita todos los días, también pendiente de todo. Curioso.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta reflexión me ha venido genial, justo en este instante en el que ya estamos metidos en la media tarde del viernes. Porque este fin de semana por fin... podremos ir a ritmo lento.

Ritmo lento... sin agenda... sin horas determinadas para algo... y con la incipiente sorpresa de saber que el fin de semana tendrá algo inesperado.

Ana

Máster en nubes dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Máster en nubes dijo...

Sí, lo inesperado, la sorpresa ocurre ... si hay hueco, espacio, tiempo.

Si no, es difícil. Y si pasa no le encuentras acomodo. Sino incomodo.

Cuando liberas agenda, limpias armarios, tiras cosas... dejas espacio para que entren otras.

Por eso me gusta el espacio libre, vacío. Lo necesito así. Incompleto. Para no expulsar a lo que llega por falta de espacio.