sábado, 13 de agosto de 2011

La enfermedad de los chopos (Humildes gigantes)

En el jardín los chopos amarilleaban como si el otoño hubiera llegado dos meses antes.

Cogió unas hojas y las guardó en el billetero. Pero en el vivero no sabían nada sobre la enfermedad de los árboles. Solo que se iban secando y acababan muriendo agotados.

Tras los olmos que cayeron hacía más de treinta años, ahora eran los chopos, imponentes en altura muchos, sus raices extendidas buscando el agua.

A un lado de la carretera de Simancas iban quedando desnudos de hojas en pleno agosto, esqueletos, postes de telégrafo casi. Arboles que habían resistido todo -mala tierra, falta de agua, viento y heladas, calor en verano- morían rápidamente de una enfermedad extraña sin que nadie pudiera evitarlo.

Sintió tristeza y mucha rabia.

Era incapaz de aceptar la muerte de los últimos gigantes, humildes chopos de Castilla con tan pocas necesidades.

6 comentarios:

  1. Que es una pena que un chopo muera, que un arbol muera, pero siempre habrá una espeanza de vida, que también es un misterio.
    Saludos Aurora.

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  2. Buenas, Tortuga,es misterioso lo que está pasando, gracias por leer. Un abrazo.

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  3. Vino el otro día por la librería un hombre que sabía mucho de agricultura, se dedicaba a ello, versión ecológica, muy interesante el hombre, se dedica a combatir plagas con medios naturales. Me contó que antes teníamos acuíferos en Castilla pero que están casi agotados, y que por eso se mueren, porque ya no hay agua subterránea y la falta de agua hace que sean más débiles a cualquier enfermedad, hongo, etc.

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  4. Leo con interés todas las entradas, Aurora, aunque no haga comentarios.

    Un cordial saludo

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  5. José Luis, gracias. Yo también entro en tu blog y te sigo, cada foto cuenta una historia, es como un relato o un cuento. Me gustan mucho. Te das cuenta de la fuerza de una foto....

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