jueves, 26 de mayo de 2011

Elegante (de coplas, gatos e historias orales)

"Es un árbol elegante, elegante..." dijo Carlos, el pastor y jardinero oficioso de nuestra casa en Boecillo. Yo me le quedé mirando. A veces me gustaría grabarle. No ve la televisión, no va al bar, le aburren ambas cosas, y eso se nota en cómo habla y de lo que habla, en su vocabulario y lo que le importa. Él y su mujer, Gloria, como dos enanitos mágicos entran en el jardín y lo transforman, leña a un lado bien cortada, ramitas y ramas por tamaños en haces anudadas, el huerto con fresas y tomates. Luego me invitan a que me siente con ellos en un banco mientras anochece despacio.

El otro día Carlos me recitó coplas. Él llama coplas no al cante flamenco, sino a historias por las que antes se pagaba. Historias de amores contrariados, con mujeres deshonradas y asesinatos en su caso, ríete tú de las series sudamericanas. Luego mi tía Charo me contó que era así, que se compraban las coplas, las letras, en papel para luego poder cantarlas. La SGAE todavía no funcionaba, ni la tele, la radio era otra cosa.

"La literatura está en la calle", quizás pongamos ese título a la actividad que planeamos en Boecillo, Maripaz, la bibliotecaria, es un encanto. Allí en ese edificio impresionante, madera y cristal, luz por todas partes, se está bien. Pero la literatura está en la calle, los escritores como los cineastas recogen lo que otros viven y hablan, o podrían vivir y hablar. Ya lo sé, a veces se crean mundos propios y nuevos, universos que parecen singulares, historias que tienen lugar en pueblos y tierras totalmente imaginarios. Pero tengo la sensación de que todo ya está escrito porque todo está vivo y muerto a la vez. Mil historias posibles suceden al mismo tiempo y no hay distinción entre ficción y realidad; algo así como entre el gato de Schrödinger y aquella historia oral inacabada que Joseph Mitchell narra en "El secreto de Joe Gould", luego película espléndida.

Lo difícil es elegir qué contar y contarlo tan bien como se pueda y sepa, podando.

Carlos me recita la copla, intenta recordarla, mientras apoyado en el suelo sigue cortando ramas con una navaja. Él no se cansa.

5 comentarios:

  1. Un placer volver a leerte, Aurora. Interesante reflexión sobre la creación.
    Un abrazo.

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  2. A eses señor D. Carlos, la SGAE le va a sacar las tripas... Mira que ir vendiendo coplas por el mundo...
    Mi tía abuela recitaba (hasta hace un año que falleció con noventa y cuatro años) lo que ella llamaba "chascarrillos". Y era una cosa parecida. Historia de cada día con sus héroes y villanos. Y además, muy interesantes. Hasta ponía diferentes voces, tonos y acentos dependiendo de los personajes.
    Curiosidades de antaño de tradiciones orales hoy perdidas sin remedio...
    Besos mil.

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  3. Hasta ahí llegaba nuestra tradición oral del romanmcero. La radio la mató y la tele la enterró. a los del twitter les suena a chino.

    Saludos.

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  4. Por aquella zona de Castilla y por otras, que yo sepa, de Zamora todavía se hace la "relación", que es algo así como la historia de tu familia, de tu juventud, de tus principales travesuras, dicho con cierto tono literario sobre todo cuando vas a casarte. Se dice que "te sacan la relación". Lo de las coplas debe de ser algo parecido: literatura básica y enraizada.

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  5. José M., un abrazo, os espero en la Ribera del Duero algún día de este verano. Quedáis emplazados.

    Alegre opinador, lo de chascarrillos me gusta, la tradición oral tiene su aquel, mi abuela paterna también recitaba romances. Gracias y un abrazo.

    Sombras, todavía no me hago al twitter, estoy pero no sé cómo se utiliza el condenado, además de que lo de escribir corto no me sale. Un saludo y gracias.

    Miguel, lo de relaciones suena bien, todo esto es como arqueología casi, ¿no? Un abrazo.

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