martes, 12 de abril de 2011

La señorita Amelia, la señorita Juli

Juli Mayor y Amalia Ayer eran dos de las profesoras de Montealto, las tuvimos a eso de los diez u once años, una edad en la que, al menos antes las niñas, éramos receptivas y maleables. Los dictados, una gran herramienta de aprendizaje. “Hoy dictado” decía Amelia, y todas nos poníamos muy nerviosas.

La señorita Amelia nos ayudaba un poco pronunciando la "b" y la "v" distintas para darnos una pista por si acaso. Mordíamos el bolígrafo. “Señorita, no vaya tan deprisa, que no puedo seguirla…” Acababa el dictado y Amelia lo volvía a escribir en la pizarra o hacía que alguien lo hiciera y ella lo iba corrigiendo sobre la marcha. Te dabas cuenta así de dónde habías fallado.

Ahora dudo de esto, ¿era Amelia quien lo hacía de este modo o era Valery Douglas, en inglés, otra profesora de las inolvidables?

Amelia era morena, cetrina, muy delgada, el pelo negro, la nariz afilada. Juli era redondita y más dulce, también nos dio clases, aunque ahora no recuerdo de qué, solo me acuerdo de su presencia agradable y del cariño. “Señorita, señorita, me estoy haciendo pis… ¿puedo ir al cuarto de baño?” “Bueno, vale…” El frío helador del pasillo, el cuarto de baño todavía más desangelado, las mayores fumando en un rincón a escondidas. Volvías a la clase, un sol cálido entraba por la ventana y abril se desperezaba.

3 comentarios:

  1. Los apellidos Mayor y Ayer son reales o pretenden marcar la lejanía del pasado? La nostalgia no me parece un valor literario, lo invade todo de un tono melancólico desagradable.

    ResponderEliminar
  2. Gracias, Ángel.

    Anónimo: comentarios anónimos como el tuyo, por contenido y tono, son de lo más animante para seguir con la escritura en la bitácora y fuera de ella, una señal clara para no dejarlo. Así que gracias.

    ResponderEliminar