Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

viernes, 22 de octubre de 2010

Cocina, narración y magia


El viernes pasado tenía gente a cenar en casa y estaba con una pierna en alto. Problema menor, llamé a Gloria Mllán, a quien conocí este año en Ilustrarte. Gloria, además de ilustradora, es una mujer con magia. Hay que tenerla cerca por si acaso. El mes de septiembre en mi casa, una noche todavía de calor, nos sacó una botella de agua del bolso, el suyo es como el de Mary Popins. “¿Qué es esto?” nos preguntó. Contestamos “Pues una botella de agua, claro…” “No. Esto es un rey que tenía tres hijas, y las tres eran muy amadas…” Empezó un cuento. Puso tres pequeños botes en la mesa, seguía hablando, los llenó de agua y ésta cambió de color como por encanto –uno rosa, otro azul, otro naranja-. El truco ya lo sé porque nos lo contó, pero en el momento nos dejó embelesadas a mi amiga Teresa y a mí.

El caso es que, como decía, que me voy por las ramas, Gloria Millán acudió en mi ayuda. Anuló un viaje haciéndome un favor enorme. Me había contado que ella organizaba cenas a domicilio. En mi vida había contratado una, de igual manera que no compro jamás nada cocinado porque me gusta cocinar, lo que más de la casa. Pero esta vez no podía organizar cena para ocho, no debía estar de pie mucho rato. Le encargué la cena y apareció a las 8.30 de la tarde. Cuando la vi llegar cargada con solo dos pequeñas bolsas pensé que mis siete amigos y yo íbamos a pasar más hambre que un maestro de escuela, que se decía antes , o que el perro de un ciego, otra expresión antigua cuando la Once no se había inventado.

“Oye, Gloria, déjalo aquí todo, ya lo iré poniendo en el microondas, no quiero molestarte más…” Me miró amablemente y sonrió. El catering de Gloria Millán no es cosa de unas tortillas o una lasagna y luego darle calor, yo estaba muy equivocada. “Mira, no, es que esto es otra cosa, yo me quedo en la cocina y lo voy sacando …” La dejé. Pero, como no me fiaba, por si acaso hice canapés de mujol y un salmón marinado que había preparado yo unos días antes, no fuera a ser que no hubiera suficiente (se abre el salmón -1 kilo- como un libro, se quitan las telillas de dentro, se le ponen las hojas de eneldo fresco, y, encima, 8 cucharadas soperas de azúcar y 7 de sal con pimienta, todo eso bien mezclado, se cierra el salmón libresco o libro asalmonado, se envuelve en un paño, 24 horas de un lado y otras 24 del otro con peso en la nevera. Se lava luego bien y se corta en lonchas. Consejo para los aprensivos: congelar antes o después 72 horas por el anesaki).

Se vistió de negro Gloria como los camareros y cocineros de Nueva York (y uno que conozco de las Casas del Rey de Baeza, Jorge, que cocina de muerte en dicho lugar y en su casa. No es indirecta, solo una petición para cuando vaya…). Se quedó organizándolo todo mientras yo seguía escribiendo, la cena era a las 10. Me rondaba la idea de que nos íbamos a quedar con hambre. No ver un plato primero, un segundo y un postre claro me escamaba, pero como mis amigos son de confianza no me preocupé demasiado y continué dándole a la tecla hasta que llegaron.

“Pili y Mili son dos amigas que han estado en casa de Aurora, pero hoy salen de viaje y se han encontrado a dos mexicanos que se llaman ambos Nacho y se van de copas los cuatro antes de marcharse a ninguna parte, han ligado…” Así empezó la noche, seis platos servidos con primor, hechos con imaginación, una combinación de gustos, aromas, temperaturas y texturas diferentes, hinojo, albahaca, tabulé, quinoa, ¡ensalada de lentejas picantes!, impresionante, en raciones pequeñas todo, claro. No pudimos acabarlo, minimalista pero sustancioso.

Gloria, gracias. Haces honor a tu nombre. La cocina encima la dejaste impecable. Raquel, que es cocinera y trabaja en comunicación gastronómica, y cuya opinión vale más que la mía (que soy hambrona, y no gourmet), Ricardo y la otra Raquel, Susana y Alberto, José María y Miriam también se quedaron encantados. Vamos a repetir, pero, en cualquier caso, lo hago público: si alguien de Madrid quiere cocina “diferente” en casa (o para un evento de esos de empresa, no más de 12 comensales) con un cuento detrás, una historia que hile cada plato, Gloria Millán es la persona adecuada. Interesados pueden entrar en contacto con ella en g.nallim@hotmail.com.

PS: Con Mariana Betanzos sigo mañana o pasado cuando vuelva de dar clases de Antequera, ese lugar por donde me gusta a mí que salga el sol a veces, ea.

miércoles, 20 de octubre de 2010

A lo mejor es el tabaco, que es muy malo... (Las vidas de Mariana Betanzos, 2)



Bueno, por lo menos no estoy en casa de Juan, la reconocería, esta vez no he hecho la misma bobada de siempre. En fin, el caso es que debería saber dónde estoy, pero antes, antes… noto con urgencia las ganas esas horrorosas de hacer pis de cada mañana y salto de la cama. ¿Dónde estará el baño en esta casa? Supongo que será esa puerta de aquí enfrente… Ay, no, que esto es un armario. Tengo que ver más detenidamente este pijama de cuadros que llevo, Dios mío, yo que cuido tanto la ropa interior y la de irse a la cama, ¿qué ha podido pasar para ponerme este espanto? Ay, ay, ay, que no estoy yo para mirarme ni nada, que me hago pis en este mismo instante, que me lo hago en un pijama que no es mío,… ay, menos mal, es esta puerta, huy, llego a tiempo, llego, el retrete rápido, rápido, ya, ya, ya… Ya. Ay, qué gusto. Qué gusto da hacer pis cuando se tienen ganas, hasta me relajo.

Hay pocos placeres comparables a éste. Bueno, sí, dos. O tres. O cuatro. Pongamos que doce, pero no más. Y hacer pis es, encima, diario y doble o triple, aunque … vaya, hombre, poco dura lo bueno, el rollo de papel se ha acabado, ¿qué tipo de casa es ésta que no ponen el repuesto, con la rabia que da?… En fin, me subo los pantalones del pijama de cuadros que parezco un leñador o un abuelo. Interesante el cuarto de baño, como un bazar, lleno de frasquitos, cremas y botecitos de todos los tamaños. Bueno, al menos sé ya que en esta casa hay una mujer con afición a la cosmética y que parece desordenada. Ni rastro de un hombre, un cepillo de dientes solo, vale. ¿Será la casa de una amiga, alguien que me haya acogido porque salimos, me puse mala y me trajeron aquí? No sé, esto es muy raro… Bebo pero no pierdo jamás ni el sentido ni la memoria y recuerdo siempre lo que pasa.

Hay un espejo en el cuarto de baño. Me da miedo mirarme en él, mucho miedo porque me noto rara. Mi cuerpo es el mío, mis manos, los pies, las piernas y otras partes que me las acabo de ver. Pero no me siento igual que siempre, es extraño. Tengo que mirarme la cara. No, no voy a mirármela. Venga, ánimo, Mariana, no vas a pasarte la mañana así sin saber cómo tienes la cara... Me asomo finalmente al espejo y me llevo un susto. Estoy realmente fatal, con unas ojeras más grandes que las habituales y avejentada. Es mi cara, pero no es mi cara de todas las mañanas, es notablemente peor: es la de alguien que debe de llevar una vida muy perra, muy mala, horrorosa. ¿Y el pijama éste tan feo? Ajj, ¡qué asco!... Ya sé por qué las sábanas me chocaban tanto hace unos minutos y por qué este pijama no me gusta nada: olían las sabanas y apesta este pijama a tabaco y yo lo dejé hace años, no puedo soportarlo.

Mierda, a ver si he vuelto a fumar en sueños y yo sin enterarme; y por eso tengo la piel distinta, pálida, y estoy feísima, cuando yo sé que soy fea por las mañanas, pero de las feas normales. Y el pelo y todo, que también lo tengo peor, y será seguro porque he vuelto a fumar y eso es muy malo para la salud y la belleza y salen más arrugas... Y ... ¿cómo es posible que haya vuelto a fumar yo, yo, yo, que me costó tanto dejarlo?, ¿cómo he podido caer otra vez? No tengo ni fuerza de voluntad ni nada... Para una cosa que logro, que hago…

Y a lo mejor porque he vuelto a fumar no me acuerdo de nada y he amanecido en otra casa, en otra cama... A lo mejor el tabaco es el culpable de todo esto, de que no sepa dónde estoy ni qué ha pasado.

A ver, Mariana, para un rato, que pareces el ministerio de sanidad, para. Luego volverás a la liga antitabaco o de los conversos insoportables, ahora toca averiguar de quién es esta casa y por qué has llegado a ella.

martes, 19 de octubre de 2010

Perdonen que no me levante (vuelta y brindis por tantas)



Gracias por los correos. No me pasa nada (a Mariana tampoco, la historia seguirá cuando pueda). A veces un descanso es bueno, especialmente para no torrar a los que leen. ¿Las razones reales?: preparación de clases, viajes diversos, un esguince (reposo relativo dijeron, y eso ¿cómo se hace?) junto a la dedicación que lleva limpiar lo ya escrito y las muchas horas echadas a esa otra escritura de primera hornada fuera del blog. Por cierto, gracias, JC., presentarse a certámenes literarios me parece que obliga a una disciplina adicional a la de la escritura diaria, anima por otro lado, creo que es un buen entrenamiento en muchos sentidos (en el no, en el remate de frentes abiertos, en el tener una fecha cerrada como plazo de corregir o acabar algo, etc.). Tengo más moral que el alcoyano.

Bueno, bien. Explicada mi ausencia estas semanas, vamos a lo que vamos. Hoy es el día del cáncer de mama. Ole, ole y ole las mujeres valientes y guapas... Me faltan dedos en las manos para contar amigas, familiares, colegas de trabajo que han pasado por esto, siempre admirables. El otro día sin ir más lejos conocí a Ana, fundadora de Voluntarios de Marbella, que vino a clase un sábado cuando el día anterior tuvo la sesión de quimio: pañuelo en la cabeza, coraje, sonrisa amplia, atendiendo como la primera y mandando callar al resto de los asistentes. Ana, ya te lo dije: conocer a mujeres como tú es lo mejor de mi trabajo, muchísimas gracias. También te lo repito, por si dudas aún: Madrid es una ciudad estupenda para visitarla, ir al teatro y ventilarse. Te espero de corazón, ya lo sabes.

En fin, la vida vale la pena pese a lo puñetera que puede ser, las quejas se dejan para los que no la aman. Mis amigas, amigos y yo vamos a brindar hoy por tantas mujeres que están pasando o han pasado por este tema y por los equipos médicos que ayudan a salir adelante. Yo quería correr la media maratón ese del cáncer de mama en unos meses. Era una meta tanto física ("meta-física", qué gracia) como de cabeza, mental y más, antes de cumplir los 50 años, pero ay, no calenté lo suficiente, y ni me di cuenta que me hacía daño (tampoco quise comprar unas zapatillas nuevas que son muy caras). Mi perra Olimpia en cambio se plantó en el 5 Jotas enfrente de casa como diciéndome que corriera conmigo otra, que a ella le gustan los paseos por el campo. De la pareja que formo con Olimpia (estable, somos una pareja estable) ella es con diferencia la parte racional y sensata.

Bueno, da igual. El caso es que aquí estamos ambas, de vuelta y, como Groucho Marx decía, perdonen Vdes. que no me levante y brinde desde el sillón con el pie en un escabel mientras escribo y preparo clases. He echado muchísimo menos el contacto diario con la bitácora recién cumplidos los 2 años de Máster en Nubes. Pero aquí vamos de nuevo, a ver cómo sale este año. (Se me acaba de quemar la menestra, cuando escribo me olvido de todo. Natalia, no sé qué te voy a dar de comer, soy un desastre).