Bitácora de Aurora Pimentel Igea. Crónicas de la vida diaria, lecturas y cine, campo y lo que pasa. Relatos y cuentos de vez en cuando.

domingo, 20 de diciembre de 2009

Vida perra X (Solsticio de invierno, sol ya quieto)



Estamos en los días más cortos del año, soy perra y lo siento. Llega el invierno y, como una contradicción, mañana comienza a alargar la luz y  a ser más breve la noche de nuevo.

El sol quieto, solsticio de invierno.

Sábado activo por la mañana. Ella compró temprano y cocinó para los 12 que serán en la Fiesta Grande, la de cada año, ese día extraño para nosotros, los perros. Y, sin embargo, sabemos que algo pasa. Siempre nos cae algún hueso, algún resto. El Creador es también con nosotros bueno.

Sol quieto, cada vez más quieto.

Escribió luego. Y leyó en voz alta no una vez, cuarenta. Imprimió y otra vez leyó. Y luego leyó más, y luego se durmió, y otra vez a escribir y a leer. Salimos después. Ella volvió tarde, necesita olvidarse por un momento, ver gente, reírse para luego quedarse en silencio, acompañada y al mismo tiempo ausente.


Hoy otra vez lo mismo, siguió escribiendo, desayuno de chocolate con churros con los sobrinos, corto  nuestro paseo.

El sol entró a raudales por la ventana, yo dormida en la alfombra muy cerca de ella.

Luego leyó en voz alta. De vez en cuando alguien le llama por teléfono y se cuelga media hora. Vino un amigo a tomar café. Vuelta a  escribir y leer.

El sol estará más quieto en unos días, se parará en el cielo, y todo entrará otra vez en movimiento.

Extiende sus lazos mi ama a través del teléfono, también con la otra máquina de la que sale luz. Teje una red amplia y densa, un círculo extenso. Habla con los vecinos, con los chinos del supermercado, con sus amigos, con su familia, con quien conoce ya y con quien no conoce siquiera. Se acuerda de unos y otros, de los que están cerca y, sobre todo, de quienes están ya lejos. Los tiene en su corazón. Y aprovecha la menor ocasión entre silencio y silencio.

Sol quieto, ama.
Sol muy quieto ya.

Precisamente porque necesita de la soledad y del silencio, busca luego la voz humana y el afecto en palabras y gestos, como los busco yo, su perra. Sociabilidad y apartamiento en extraña combinación: de uno en uno de tanto en tanto, en grupo también, después solas las dos y en silencio.

Por eso nos llevamos bien, nos entendemos,  las dos necesitamos de esos tres tiempos y espacios.

Llega el invierno, más luz a pesar del frío helador, más, como hoy, día  de sol espléndido en Madrid.

Sol quieto, se parará el firmamento, cambiará el universo y todo se hará de nuevo.
Cuarto domingo de Adviento. Faltan cuatro días para la Navidad. Esperando a la Luz con la luz ya del invierno.

PS: Las fotos son de Alejandro Schifferstein, tomadas estos días en los alrededores de Cerceda, creo.

9 comentarios:

Asier dijo...

"De vez en cuando alguien le llama por teléfono y se cuelga media hora."
Muy sibilina tu perra llamando pesado.
le dices a esa que cuando vaya a verte, llevaré un fantastico hueso con carne adherida y que me lo comeré yo solito delante de sus narices.
Hale, un besazo!

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Una entrada conmovedora. Está claro que la perra está en buenas manos. Un saludo, y a preparar la Navidad.

Máster en nubes dijo...

Asier, guapo, que es al revés, que me encanta hablar por teléfono, ya lo sabes, y lo saben también Telefónica y Vodafone, es lo malo, a pesar de la tarifa plana... Acabé el caldo y lo congelé, ya te cuento, el morcillo lo mejor, y el espinazo, también el hueso y el pico de jamón ibérico, de bellota, en fin, que hablaremos.

José Miguel, si puedes buenamente y no te molesta mándame a mi gmail un correo tuyo, quiero enviarte algo por correo electrónico y no puedo. Soy yo la que está en buenas manos con Olimpia, es una perra estupenda, un poco basurera pero nadie es perfecto. El otro día vino con un hueso ya pelado de un jamón entero, metro casi de hueso, no había quien se lo quitara, no sé dónde lo encontró.

lolo dijo...

Gracias, Aurora.
Me gusta tu Navidad y la red amplia y densa.

José Miguel Domínguez Leal dijo...

Hola, Aurora, no consigo sacar tu dirección de gmail de tu perfil, o es que soy muy torpe. Dímela aquí o intenta escribirme a jmdleal@hotmail.com o a jmdleal@gmail.com. Saludos.

Olga Bernad dijo...

Sociales y solitarios, somos una mezcla. Un equilibrio raro. Ay, telefónica y vodafone deberían mandarnos un jamón entero, maja, a las aficionadas al teléfono, jeje. (Y el hueso para Olimpia, prometido).
Un saludo ya invernal. Es cierto, empieza a crecer el día otra vez, qué encantador, qué buenas maneras tiene...

Javier Sánchez Menéndez dijo...

¡Cuanto perro suelto!

Genial Aurora.

Asier dijo...

A mi no me cuentes, fermosa. A mi dame a probar!
Contarselo se lo cuentas a olimpia si prefieres.
Un beso muy gordo y que todo te resulte muuuuy agradable, en estas fechas y en las futuras.

Máster en nubes dijo...

Lolo, nudo fundamental en la red densa, nudo que no se deshace a Dios gracias. Un abrazo, ¿frío por ahí?

José Miguel, gracias, ya está. Mi correo esta en el perfil, pinchas a la izquierda y ya está. En cualquier caso los misterios de las nuevas tecnologías son a veces más insonsables que los de Dios nuestro Señor... ja ja

Olga, deberíamos comprar tú y yo acciones en Telefónica y Vodafone. Bueno, cuando nos recuperemos de la Visa de diciembre que va a ser de horror. Los días de invierno me gustan, van hacia delante, no hacia atrás. Y qué alegria lo tuyo, hermana, estás en racha, pero racha-racha... Qué bien... Les luthiers nos esperan ya.

Rafael, oye, muchas gracias, la verdad. He engordado un par de kilos con tu comentario inmerecido, pero en fin, entiendo que es Navidad y que con el alcohol se pueden llegar a decir esas cosas. Por cierto, el cabrales me encanta: y que venga a casa andando solo casi más, que se escape vía los gusanos que lo llevan y lo traen. Pero qué cochina soy, no lo puedo evitar.

Javier, sé que no te gustan los bichos, tampoco los perros, pero en fin ¡nadie es perfecto y tú menos, ja ja!

Asier, joé, lo de que quien no llora no mama te lo sabes bien tú ¿eh? Un abrazo sin foie, espero que me lo traigas tú, la verdad. (yo también sé pedir, para que veas).